Marcha a Bruselas

Del Somontano al Sobrarbe todo son viñas

MARIBEL MARTÍNEZ

Cuarta etapa. Por tierras de agua y vino.  Abandonamos las tierras del Somontano cuajadas de viñas. La promesa de un buen vino se adivina en las largas y cuidadas hileras de altas parras. ¡Qué buenas veladas hemos disfrutado con los compañeros, alrededor de unas botellas de esta denominación vinícola!

Entramos en el Sobrarbe, a las viñas suceden los campos de labor, los olivos y alguna que otra industria.  El Pantano de El Grado aparece en el horizonte como un portaaviones varado entre montañas. Su enorme vaso recoge las aguas del río Cinca, que surtirán de energía y agua a los habitantes del llano. La chimenea de Naval, que para llevar la contraria es cuadrada, nos recuerda que estamos en tierras de geniales ceramistas.

Ya divisamos a los ciclistas. Han llegado de Zaragoza para hacer esta etapa sobre dos ruedas. Algunos de nosotros aprovecharemos para dejar de caminar y hacer la ruta sobre ellas. Por un día nuestro camino a Bruselas será en bici, el medio más ecológico para desplazarse tanto en la ciudad como por la naturaleza.

Mientras, Sabina, una chiquilla de poco más de dieciséis años, encabeza la marcha. Avanza por la carretera calzada con unas sencillas sandalias. Me cuenta que acaba de hacer "La Calcenada", una caminata de 104 kilómetros en tan solo 19 horas. ¡Y nosotros mientras tanto pertrechados con botas de trekking! Tan chiquitita y frágil y sin embargo tan grande.

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