Marcha a Bruselas

Desesperante tecnología

JOSÉ LUIS Y MARIBEL MARTÍNEZ

Los hados de la tecnología nos la han vuelto a jugar. Menos mal que llevábamos dos portátiles, sino a estas horas no se cómo hubiéramos enviado la nota de hoy día 23 de agosto. Mucha tecnología pero cuando la necesitas se fastidia igual que si fuera un cacharro "a pedales".

Llegas cansado al término de la jornada y cuando te dispones a enviar las notas de prensa y el artículo para Público, el impresentable del ordenata va y si jode. Si es terrible ir tras el WiFi, buscando un lugar desde el que poder mandar algo, si encima los hados se ponen en tu contra y se fastidia el ordenador, ya ni te cuento.

Bueno, a lo que íbamos.

Calor tremendo por estas fértiles tierras. ¿Estamos en Francia?. Parece más bien que fuera el Somontano aragonés, calor y chicharrina a partes iguales. Calor también el recibido de estas amables y simpáticas gentes. ¿Cómo no agradecer los detalles y el cariño de estos galos un poco locos y sentimentales? ¿Cómo no agradecerles el esfuerzo de recorrer algunos de ellos más de 100 kilómetros para estar con nosotros unas horas y hacer alguna de las jornadas?. ¿Cómo olvidarse de Agnés, Patrice, Xavier o la sabia, culta y viajada Jossette?.

Imposible, no me lo permito y además que narices, no quiero.

Cuántos tópicos se han roto en sólo unos pocos días de estar por tierras francesas. Qué tipos, tan iguales a nosotros, con los mismos ideales y las mismas ilusiones. Queremos lo mismo, el idioma podrá ser diferente, los gestos y el mensaje son comunes.

Jossette, que de luchas populares sabe "latin" y ya tiene muchos años, me cuenta sentada en el suelo, delante de nuestras tiendas, de sus viajes a Cuba para montar escuelas y enseñar a los niños cubanos el dulce idioma de la France. Igual que "El Negro", el más bregado de los marchistas que desde hace más de 20 años regala sus días de vacaciones trabajando, como nuestra abuela gala, en proyectos de cooperación y defensa de los derechos humanos en Chiapas. Proyectos que nacen de una idea común: la defensa y la solidaridad con el más débil.

Esta maestra, ya jubilada, ayuda a su hija y trabaja con las mujeres de su pueblo Montrejeau en actividades sociales. Dinamizan la vida del pueblo, pero sobre todo intentan que su localidad tenga un futuro más allá del turismo y la carretera nacional que pasa por sus calles.

Vías diminutas las de estos pueblos, de casas de madera, tópicas y típicas, preciosas, plenas de flores. ¡Cómo me gustan estos pueblitos que vamos atravesando!. Qué diferentes de los recios y resecos pueblos de la amada estepa aragonesa. No puedo dejar de compararlos: estos me gustan por verdes y coquetos, los nuestros los amo porque sé de lo difícil y costosa que es su supervivencia batidos por el Cierzo y "socarraos" por un sol inmisericorde.

Gran recibimiento en Montrejeau con pancartas de animo a la Marcha. El alcalde nos abre las puertas del ayuntamiento. En una breve conversación con los marchistas, nos reconoce la importancia de esta iniciativa para la defensa de los servicios públicos y en particular de aquellos más cercanos a la ciudadanía.

Mientras la Marcha continúa su periplo hasta Montsaunes, algunos de nosotros nos quedamos unas horas en Montrejeau, el mercado local nos pide que pasemos a visitarlo. Buena ocasión para repartir nuestros folletos, confraternizar con los agricultores y los vecinos. Y también para surtirnos de cosas ricas. Ah..., esos pates y esas confituras. Qué bien vendrán esta noche para reponer fuerzas.

Toulousse esta más cerca y nosotros seguimos caminando.

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