Marcha a Bruselas

Reflexiones perrunas

MARIBEL MARTÍNEZ

Pero mira que están locos los humanos. ¡No te digo! Los he oído antes de verlos. Viene un grupo de ellos por la carretera, parloteando a voz en grito. Sin duda que tienen que ser españoles, solo a ellos se les ocurriría ir por estos caminos, con este sol que lo que menos invita es a caminar y encima cantando.

¿No se dan cuenta de que mis pobres oídos perciben todo en un tono mucho más alto y agudo que los suyos? No, si ya lo dicen estos franceses estirados, son unos brutos, hablan a gritos como si los demás fuéramos sordos. No se si acercarme, a lo mejor me echan a patadas. Bueno lo intento y a las primeras de cambio como vea que me patean salgo disparado.

Perrito, perrito. ¿Que es eso de perrito? Pero no ven que soy un pastor de ovejas y ademas con pedigrí. Lo dicho, están locos y además ciegos. Uno, que parece más amable me llama. Chucho, chucho ¿como que chucho?. Mi nombre es Boris, pero eso ellos no lo saben. Claro como que no son mis dueños. Ellos si me llamaban así, pero de eso hace ya mucho tiempo. Tanto que ya casi ni me acuerdo. Ahora soy un perro vagabundo, recorriendo estas carreteras en busca de algo que comer.

Comer, comer, pues parece que estos locos se disponen a hacerlo. ¿Me acerco o me largo?. Hay uno con unas pintas muy raras que se aproxima. Huy, que quiere tocarme. No, si al final le voy a tener que dejar que me acaricie. Todo sea por un pedazo de algo que llevarme al hocico. Bueno, vale, que te dejo, pero no te animes Boris, que solo es un poco de mimo. Pues no sabe tan mal. ¡Cuanto tiempo desde la última vez!. ¡Que gustito! Le voy a dejar que siga un poco más. Comer no se si comeré pero una rascadita detrás de las orejas ya no me la quita nadie. Que tipo más raro este, va todo lleno de cachivaches, cosas que le cuelgan por todos lados y que como se descuide le arrancaré. Brillan y se mueven, son una tentación. Este es de los míos, no solo me acaricia sino que me da un poco de su comida. Ya digo un tipo raro pero amable. Sabe de perros.

Se acercan sus compañeros. Que raros visten, van todos con una cosa naranja. Les oigo decir que re emprenden el camino. Hablan de Bruselas y de algo que no comprendo pero que parece hacerles muy felices. Le llaman La Marcha a Bruselas. ¿Que hago, me quedo un poco más?. Si me dejan les acompañaré un rato, pero no mucho, no sea que se encariñen conmigo y yo con ellos. Hasta la noche, sólo hasta la noche, luego seguiré buscando a mis amos.

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