Marcha a Bruselas

Francia responde a Sarkozy

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ

Mientras la fauna ibérica se aprieta una gamba rebozada, unas croquetas de jamón y una jarra de Mahou, los trabajadores franceses se echan a la calle en las principales ciudades del país. Que aquí el personal no almuerza a la hora cristiana.

Hoy es sábado, las dos de la tarde y estamos en Limoges, ciudad industrial, estratégicamente situada en el centro del mapa galo. Cientos de personas se mueven lentamente hacia la plaza de la República con la digestión en ciernes. Acuden a la manifestación en defensa de unas pensiones justas. Hay mucha gente de toda la izquierda. Todos los sindicatos. Verdes, socialistas, comunistas, anarcos. Tout le monde. Reconfortante.

La aparición de la pancarta de la Marcha levanta gran expectación. Mucha gente se acerca a tirar fotos. La llegada de trabajadores españoles a una protesta francesa resulta ser un auténtico acontecimiento. Sabiendo que llegaron a pie la cosa toma otra dimensión.

Toda la izquierda está presente en el acto contra la política migratoria del gobierno francés. Sarko quiere "echar al mar" a los rumanos, pese a ser ciudadanos comunitarios. Los votos del ultraradical Le Pen son demasiado golosos como para andarse con "tiquismiquis" democráticos.

Un portavoz de la marcha se dirige a los asistentes en un precario francés. La gente aplaude sin reparos. Demasiado emocionante como para que la gramática se convierta en un obstáculo. Por una vez en la vida un currito español se convierte en estrella del escenario solidario francés. Como decimos aquí "ils sont choses de la gauche". En la mejor tradición española acabamos tomando cervezas con republicanos del Centro de Limoges y gente de la CNT.

El personal aquí se cachondea porque me llaman "el negro". 900 kilómetros bajo un solazo modelo "efecto invernadero" dan para ese mote y para mucho más. Sin embargo estos mendas se quedan conmigo porque realmente solo estoy churrascao.

Tal cosa no supone que uno se las de Julio Iglesias y se ande barnizando solo el hemisferio chachi de su fachada. ¿Vuelta y vuelta?.

No, la cosa tiene su lógica. Como andamos caminando siempre hacia el norte, todos los días nos arrea Su Majestad en la misma zona del cuerpo. Así he descubierto que tengo una mano cobriza y otra más lechosa. Otro tanto sucede en mis piernas enfundadas en mallas "piratas" o en mis brazos. El efecto resulta ciertamente potente. Desnudo parezco vestido de Arlequín. Como aquellas camisas op-art que hicieron furor en tiempos de Los Salvajes y Los Bravos. ¡Que manía, entonces, la de los grupos musicales celtibéricos de vestirse como un futbolista del Sabadell y ponerse nombres de aborigen norteamericano.

Una criatura, que se acerca a nosotros en la manifestación repleta de pegatinas como la sala de prensa del Madrid, le confiesa en secreto a Abdulay que "su papa (yo) está extremadamente arrugado. Que lo  tienda tras el lavado para evitar que le salgan arrugas en las arrugas".

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