Marta Nebot

El colmo del patriarcado

María Jiménez (cantante desgarrada y desgarradora) no supo que tenía sangre gitana hasta que su padre murió porque él siempre renegó del suyo (el Gitano Baltasar). Lo de renegar de la raza no lo entiendo, pero no querer volver a saber nada de tu padre porque se jugó a tu madre en una partida de cartas y la perdió, me parece comprensible. María, por lo tanto, no tuvo abuelos paternos y su padre se quedó sin madre por una mala mano.

Toñi Salazar, la más delgada de las Azúcar Moreno –por decir algo– cuenta que cuando era joven ningún gitano quería nada con ella porque fumaba y una vez el patriarca le dio un guantazo, en medio de la calle, por llevar un cigarrillo encendido en la mano. Ahora que ella no se quedó precisamente fumando y esperando a lo Montiel. Su reacción fue lanzarle lo primero que pilló: un ladrillo. Pasado el tiempo ya no era al patriarca al que le daba explicaciones. De casada se las daba a su hijo adolescente al que le dio por criticar su forma de vestir. Ha confesado que en alguna ocasión, incluso, se ha cambiado de modelito porque a su niño no le gustaba.

A Mariví Bilbao, esa actriz flaca que ha cosechado gran éxito ya de mayor con Aquí no hay quien viva, su padre jamás la vio actuar. En cualquier caso, le está agradecida porque, a pesar del enfrentamiento por la profesión escogida, cuando se separó –con todo lo que suponía entonces– volvió a vivir en la casa paterna y un día, allí mismo, se presentó la Guardia Civil para obligarle a habitar en el hogar marital; a lo que su progenitor se negó en redondo. Con ayuda de su abogado, consiguió que se quedara en virtud de un documento oficial denominado "Depósito de mujer casada en casa del padre". Así que es verdad que él la salvó pero también lo es que Mariví actuaba con seudónimo para que no la descubriera en las críticas teatrales de los periódicos.

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