Memento

Una hostia mayor que la de Will Smith a Chris Rock

Una hostia mayor que la de Will Smith a Chris Rock
Imagen de 'Cuando éramos acosadores' de HBO

Han pasado ya algo más de dos meses de la gala de los Oscar. Mucha gente ya ha dejado de lado el espectáculo lamentable de Will Smith con Chris Rock, como mucha más gente habrá olvidado incluso las películas ganadoras. Si ese día costó encontrarles protagonismo, imagínate ahora, con el inevitable paso del tiempo en esta época de consumo cultural "fast food". Lo mismo me pasó a mí. Cuando vi la gala y las nominaciones me fijé en un cortometraje documental que optaba a la estatuilla. Se llama Cuando éramos acosadores (When We Were Bullies) y trata sobre el acoso escolar. Lo había condenado al olvido hasta que topé el otro día por casualidad con él en HBO.

La trama es sencilla. El director del documental, Jay Rosenblatt, recuerda por casualidad un episodio de acoso en su colegio, en el que toda la clase abusa de un alumno llamado Richard. Escupitajos, empujones, golpes... Toda la clase le rodea para vejarlo. Al parecer, 50 años después, el remordimiento le empuja a hacer este corto y cerrar la herida. Como alguien que ha sufrido acoso en la escuela, me parecía una idea interesante y que podía ser sanadora, tanto para Richard como para el espectador.

Pero pronto se tuerce. Resulta que es más un ejercicio narcisista de expiar su culpa y la del resto de la clase que de reparar el daño ocasionado. De hecho, la víctima es lo de menos. Ni siquiera sale hablando. Solo menciona una carta antigua en la que, supuestamente, explica que ha tenido éxito en la vida. ¡Ah, claro! Si ha tenido éxito ya está bien la cosa. Da igual cómo se sintió ese día y tal vez muchas semanas después (o años). Da igual si otras personas que sufren acoso no se recuperan ni alcanzan un éxito y lo lastran toda la vida. Si esa persona manda (insisto, supuestamente) una carta en la que repara todo y le quita hierro al abuso escolar, ¡todo solucionado!

El resto del corto es solo una excusa para que unas cuantas personas, que fueron compañeros de clase, hablen y señalen lo mal que hicieron. Además, con las coletillas de siempre: era un tipo un poco cerrado, lo que hacíamos era para no demostrar nuestra vulnerabilidad, nos dejamos llevar por las masas... Piden perdón pero desde la excusa. Realmente ni recordarán ese hecho porque para sus vidas no supuso nada. Un episodio más en la escuela en el que no pensarían ni ese mismo fin de semana. En esta parte también comentan el fallecimiento de algunos de los compañeros de clase, lo cual parece ponerle más triste que el episodio que trata de narrar. Pobrecito.

Pero cuando los niveles de vergüenza ya estaban casi al máximo, el cierre culmina la jugada estratégica del director. Por un lado, entrevista a la profesora. Una anciana que no recuerda nada y que lo poco que le cuenta el entrevistador lo acaba justificando, como que son cosas que pasan. Además, narrando que una hija suya se suicidó porque se metían con ella por gorda. Pero por ese hecho pasan muy de puntillas, el director no le da importancia y siguen quitándole hierro al acoso escolar.

Y el sumun del bochorno es el speech final del director/protagonista/acosador. Resulta que respalda su acto en que murió un hermano suyo siendo pequeño y tal vez por ello sacara su frustración y su rabio acosando a otros. Ay, pobre. Si al final será la víctima. Además, espera que para Richard haya sido una experiencia de crecimiento que demuestra lo resistente que es el ser humano. Se vuelve a exculpar diciendo que eran críos, que tal vez no lo recuerde y que, además, es una persona con éxito. ¡Lo mismo hasta hicieron bien golpeándolo y escupiéndolo!

Para finalizar, narra una carta que le envía a Richard esperando que este la lea. Diciéndole que no ha querido incluirle como adulto (cuando al inicio señala lo contrario, vaya), que no sabía cómo le haría sentir, que realmente no era una película sobre él, sino sobre los acosadores, que todos se sentían mal y le deseaban lo mejor. El culmen: Todo el mundo carga con el dolor. ¡JA!

En definitiva, un espectáculo bochornoso. Para una vez que un reportaje de este tipo se centra en los acosadores y no en la víctima, lo hace para demostrar su culpa, para quitarle hierro al acoso y para vendernos que se puede ser una persona exitosa sin que te afecte. Un cortometraje narcisista y una trampa para el espectador. Tal vez yo solo sea un ofendidito indignado porque yo fui Richard en el colegio, pero que haya optado esto a llevarse un Oscar es una hostia mayor que la de Will a Chris Rock. Y siento que hemos sido muchos quienes la hemos recibido.

Más Noticias