Memento

Inteligencia Artificial, Karol G y la violencia estética

En los últimos meses muchos de los debates de la prensa giran en torno a la Inteligencia Artificial y su influencia en la mayoría de los aspectos de nuestra vida. Aunque hasta ahora todo habían sido artículos de opinión, noticias o entrevistas, el diario El Mundo quiso ir un paso más allá y sacar en portada el pasado martes una fotografía de Pablo Iglesias con Yolanda Díaz creada por este tipo de tecnología con el subtítulo: ¿Una foto imposible? Más allá de las dudas que pueda generar colocar en primera plana una foto falsa pese a que se advierta de ello, no deja de ser asombroso que haya una preocupación por la manipulación de imágenes ahora cuando es una práctica que se lleva a cabo desde hace mucho tiempo. ¿Ahora es más fácil crearla, accesible y convincente? Seguramente, pero la alerta ante este tipo de prácticas debería haber saltado hace tiempo y, lamentablemente, solo empieza a sonar una vez toca a la política y al poder.

Al mismo tiempo que este recurso de la cabecera conservadora generaba revuelo, la revista estadounidense GQ llevaba en su portada a la cantante colombiana Karol G con un aspecto claramente diferente al que suele tener la artista. Por suerte, lo que antes habría quedado en un "se les ha ido la mano con el Photoshop", ahora se ha convertido en noticia y más después de la denuncia de la propia cantante en sus redes sociales. "Una portada con una imagen que no me representa", señalaba en su Instagram. Añadía que había dejado clara su "inconformidad con la cantidad de ediciones que le hicieron a la foto", como si para verse bien "necesitara de todos esos cambios". A su clara molestia, le sumaba la siguiente reivindicación: "Más allá de sentir que es una falta de respeto a mí, es a las mujeres que todos los días nos despertamos buscando sentirnos cómodas con nosotras mismas a pesar de los estereotipos de la sociedad".

Las fotografías de la revista, en su edición de México, habían sido editadas para que pareciera más estilizada, más delgada y con unos rasgos faciales similares al estilo heroin chic que se puso de moda tras alcanzar el éxito la modelo Kate Moss y que simula una cara extremadamente delgada, como si fuera el rostro demacrado que pudiera tener una persona que ha consumido heroína. Un riesgo que se puso de moda y que durante muchos años empujó a muchas modelos (y mujeres) a adelgazar de una manera extrema para encajar en los cánones de belleza de esa época. Una imposición estética muy peligrosa que hizo que en la década de los 90 aumentaran alarmantemente los casos de TCA, algo similar a lo que está ocurriendo hoy día, donde la presión de las redes sociales está provocando que muchas personas (en su mayoría mujeres) lleven a su cuerpo al límite para encajar y no sufrir comentarios negativos de otras personas.

Alterar fotografías con Photoshop para hacerlas (supuestamente) más bellas, estilizadas y acordes a los patrones impuestos es violencia estética. Es idealizar una imagen que es irreal y es forzar a millones de seguidores de determinada artista, modelo, actriz o influencer a intentar alcanzar la imagen de la persona que admiran, cuando esa fotografía no es real ni ese aspecto es el que luce en el día a día. Es una práctica que lleva utilizándose durante años sin que se haya generado mucho revuelo ni se haya debatido constantemente en medios de comunicación el uso de la tecnología para el retoque. Se ha normalizado y asumido como si no pasara nada, como si no fuera peligroso para la gente que consume ese tipo de imágenes o de revistas. Como si no pudiera ser el desencadenante de problemas mentales de muchas mujeres que sienten que sus cuerpos no son válidos y que la sociedad no las acepta.

Se van a debatir horas y horas del uso de la Inteligencia Artificial para retocar imágenes. Si nos parece bien ponerle un abrigo moderno al Papa, si creemos que las fotografías de Trump enfrentándose a la Policía pueden despertar odio entre sus seguidores o si la imagen de Pablo y Yolanda en El Mundo es ética y debe utilizarse para alimentar el debate, pero poco se hablará  de todos los años que llevamos normalizando el retoque estético en revistas de moda o en magazines de artistas musicales.

Se ha impuesto que las y los ídolos de las adolescentes deben ser delgados o musculosos y cuando, por una vez, mujeres con miles de seguidores y con cuerpos grandes han decidido normalizar y amar su cuerpo, se les ha intentado imponer una estética más delgada. Hay salud en todas las tallas. Hay cuerpos distintos, más pequeños o grandes, más bajitos o altos, pero todos son válidos. Llevan décadas intentando excluir a una parte de la población de la vida solo por su físico, pero eso nunca generó revuelo. Ahora que el retoque de fotografías puede influirles lo llevan a primera plana. Una vez más el poder decide cuándo se habla de una cosa y de qué modo.

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