Memento

'La Revuelta', 'El Hormiguero' y el CIS

'La Revuelta', 'El Hormiguero' y el CIS
David Broncano entrevistó en 'La Revuelta' a Diego González Rivas, un cirujano torácico que ha operado a personas sin recursos en 136 países. Imagen de X.

En la última semana estamos viviendo como un partido de fútbol la disputa por la audiencia entre La Revuelta, el nuevo programa de TVE, y El Hormiguero, programa de Antena 3 más que asentado en la televisión española. Quienes estamos cansados de Pablo Motos, no solo por hacer un intento de humor simplón, sino porque decidió meterse en la política más marrullera y blanquear el fascismo sin pudor, celebramos que pierda esta contienda, aunque la realidad es que sigue teniendo muchos espectadores. No es porque La Revuelta sea un programa revolucionario. Es humor absurdo donde hay más chistes de drogas que de política. Más bien se trata de que en la construcción del imaginario colectivo hace menos daño un programa de humor al uso que un programa disfrazado de humor que ha decidido tomar parte en la política e intentar modificar el pensamiento de sus millones de espectadores. Y nos guste o no, la tele tiene una capacidad de influencia que ya quisieran muchos partidos.

Para darnos cuenta del peso que tiene la televisión en nuestro ideario, solo hay que ver la última encuesta del CIS donde se sitúa la inmigración como el principal problema para los españoles, cuando hace tan solo tres meses no pasaba de la novena posición. ¿Qué ha sucedido en los últimos 90 días? La televisión ha contaminado el debate y parece, según ellos, que estamos sufriendo una invasión. También los políticos han tenido su papel. No podemos obviar que este falso problema es un hervidero de votos para la derecha y la extrema derecha, pero si también es el principal problema o de los principales para los partidos de izquierda, es porque desde los medios de comunicación se ha maximizado la cuestión. Se ha cambiado los derechos humanos por la batalla de audiencias y eso no solo afecta a la encuesta del CIS, afecta a miles de migrantes que ahora serán vistos por la calle como un problema. Perjudica seriamente su calidad de vida.

Este verano se ha hablado de la masificación de las ciudades por el turismo, señalando principalmente que agudiza el problema de la vivienda y la convivencia. Durante estos meses han aumentado los asesinatos machistas y se ha hecho público el caso de Gisèle Pélicot. Venimos de un período donde una vez más se ha hablado de salarios bajos y trabajos estacionales que no permiten ni pagar el alquiler. Justo cuando hay tantos problemas que afectan al día a día de nuestras vidas, seguimos pensando que la principal preocupación es que hay personas sin expectativas de futuro que para sobrevivir arriesgan su vida intentando llegar a España.

No creo que seamos tan miserables, no creo que seamos tan mala gente; me niego a pensar que vivo rodeado de chusma de la más baja calaña, sino que creo que los medios de comunicación, especialmente esos magacines matinales y vespertinos que mezclan noticas de toda índole, han contaminado el debate y el reparto de 347 menores en un país de 48 millones se ha convertido en un problema mayoritario.

Por eso a veces nos fijamos en la guerra de las audiencias. No por la victoria de unos, sino por si pierden otros. Porque también los programas que van antes o después del telediario deciden qué noticias se ven. Y aunque el telediario de TVE no es muy progresista, que digamos, al lado de Vicente Vallés parece La Pirenaica. Es preferible ver un programa de información o de humor, de mayor o menor calidad, donde se da lo que se supone que ofrece y no donde se disfrazan las noticias y el humor de opinión política interesada. Ahora que hablamos de regeneración democrática y de pseudomedios, también tocaría hablar de los medios generalistas. Si permitimos crear alarma social, aunque no sea con informaciones falsas, solo maximizadas o tergiversadas, el problema seguirá siendo el mismo. Y tendremos una población aterrorizada por si le ocupan la vivienda o les roba un migrante. Y vivir con miedo a problemas que no existen también afecta a la calidad de vida. Como los salarios bajos o la falta de vivienda. Problemas que sí son reales.

Más Noticias