Memoria Pública

Claudio Sánchez, el alcalde que quiso quedarse con su gente

Llegó a alcalde de su pueblo, Arroyo de San Serván (Extremadura), y los fascistas no sólo le mataron: quisieron arrancar su nombre de la faz de la tierra, como si nunca hubiera existido. La familia de Claudio Sánchez Salset, fusilado a los 40 años el 19 de septiembre de 1936, sigue esperando el acta de defunción, un registro, un papel.

Todo el mundo sabe ya que los restos no se encontrarán. Su propio hijo, entonces con 14 años, fue a buscar leña y se encontró con los zapatos y calcetines del padre, junto a sus restos, devorados por la jauría. Aquel mismo día, el chico mismo fue detenido y vejado por falangistas. Claudio, ebanista y militante del PSOE, era concejal cuando estalló la guerra. El alcalde huyó y él lo sustituyó: quiso quedarse con su gente.

Claudio Sánchez
Claudio Sánchez

Su bisnieta, Libertad Sánchez, cuenta que tras el golpe de Estado contra la República, "los falangistas locales fueron encerrados en la Casa del Pueblo y algunos exaltados querían matarlos". "Mi bisabuelo fue de los que lograron disuadirlos de esta atrocidad recalcando que eran vecinos, que tenían familias y que no se podía matar a las personas por su ideología", explica Libertad. Y añade: "Muchos le dijeron: ‘Aquellos a los que salvas hoy, mañana te darán muerte". Y así fue.

Tras la muerte, el acoso a la familia, el robo de sus pertenencias, el saqueo permanente. Y la presión para que la viuda, Isidora, firmara el acta de defunción de Claudio, donde tenía que reconocer que su marido había fallecido por muerte natural en su casa. No lo hizo y las represalias continuaron durante décadas, implacablemente.

El ex alcalde que sirvió al Estado y nunca abandonó a los suyos sigue sin existir para la España democrática de 2010. Libertad y toda su familia sigue a la espera del acta de defunción.

Es ella, la bisnieta, quien ha ido a los tribunales: se niega a aceptar que en 2010 el Estado mantenga borrado el nombre de Claudio Sánchez Salset y de los 4.000 fusilados en Mérida.

La Audiencia Provincial de Badajoz ya ha sepultado sus esfuerzos y el de las asociaciones de memoria. Eso sí, archivó tras loar el "indudable interés histórico y antropológico" de su propósito.

Incluido en el reportaje de Pere Rusiñol, Diego Barcala y Ángel Munárriz publicado en la edición de Público del 30 de mayo de 2010

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