Merienda de medios

La cenicienta escocesa

Susan Boyle, la ama de casa de 48 años y voz angelical, es fea y tiene mal tipo. Con estos infalibles ingredientes, la virginal, horripilante y algo retrasada cenicienta escocesa se disponía a ganar el Britain’s got talent cuando algo falló. Quizás fue su paso por la pelu o que se depiló el bigote. El caso es que Susan quedó segunda y ha acabado momentáneamente en un psiquiátrico. Cuando salga, grabará un disco, hará un gira y se forrará, aunque ello no ha impedido que culpen a la televisión de convertirla en un juguete roto, como si antes hubiera vivida en la Arcadia feliz envuelta en papel de regalo.

El fenómeno se presta a cuestionar los métodos televisivos, muy parecidos por cierto a los que encumbraron a nuestra Rosa de España, que sigue cantando y anuncia XLS contra los michelines. Un filón, en suma, para el lucimiento de Enric González en El País: "¿Culpa del programa? No, el programa ejerce su libertad para ganar dinero (...). ¿Culpa de la audiencia? No, la audiencia ejerce la libertad que le permite divertirse con el concursante o a costa del concursante. En ciertas especialidades del negocio televisivo, el productor, el concursante y el espectador saben muy bien que disfrutan de plena libertad para degradarse y la ejercen a fondo".

A uno, en su ignorancia, le parece que a la asistenta social en paro que cantó aquello de Soñé un sueño le han dado la posibilidad de vivirlo y, además, de ganar un pastizal, pero hay quien, como Pedro de Hoyos en el digital Siglo XXI, lo cuestiona: "La pregunta profunda (...), la adivinanza insoluble es ¿cuándo ha vivido mejor Susan Boyle,cuándo ha sido más feliz, antes o después?". Tú mismo, Pedro.

De la Boyle se ha contado todo, desde que no ha conocido varón hasta sus problemas de aprendizaje por falta de oxígeno al nacer, hecho este último que, según Eduardo Durán en soitu.es, se había obviado "porque es algo que, además de que ya intuíamos todos, nos habría impedido cachondearnos de ella, que es lo que hemos hecho". Durán es un hombre sensible y muy intuitivo.

La merluza de ‘Peebles’

Estamos, sin duda, ante un "fenómeno prefabricado", como apuntaba Raimundo Fitero en Gara, y es muy posible que "este segundo puesto debe formar parte del guión". ¿Y qué? Susan Boyle ha escapado, quizás para siempre, de una existencia miserable y su gato Peebles comerá ahora merluza del Cantábrico. ¿La tele ha sido mala con ella? Malísima.

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