Merienda de medios

Todo sobre el emperador

Salvo al popular y clarividente Gustavo de Arístegui, que ya lo sabía antes incluso de que lo soñara el protagonista –"yo vaticiné hace casi cinco años que Barack Obama sería el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos", decía ayer en ABC–, el hecho de que un negro se haya convertido en el emperador del mundo y tenga ya a la CIA limpiándole las botas ha causado sorpresa, ha desbordado las ilusiones, ha alimentado la esperanza de muchos en un tiempo nuevo y hasta ha encendido la llama del amor: "O sea, que además de guapo, resulta que también era bueno (...) ¿Será posible que haya un tío tan perfecto en el mundo y que además sea el presidente de los Estados Unidos?", se pregunta embelesada Lucía Méndez en El Mundo.

El quiosco entero trataba ayer de explicarnos quién es Obama, con la excepción de El Correo que, quizás por eso de la independencia (del periodismo vasco, se entiende), desvelaba los secretos de Michelle, su santa, una señora que, según relata, le dio a su marido órdenes antes que besos y que le manda a por insecticida al híper del barrio: "A Michelle le gusta presumir de americana media que se compra la ropa en la tienda on-line de la firma J.Crew (una especie de Cortefiel), aunque cada vez recurre más a la diseñadora Maria Pinto". Habrá que llevarla a Zara cuando Zapatero invite al matrimonio al rancho de Doñana.

Camuflados en la ola del halago general, el Grupo de Estudios Estratégicos, que es donde se pluriemplean los analistas de FAES para llegar a fin de mes, conseguía colar varios artículos de sus neocones más afamados. Para la cabal comprensión de los lectores, un neocon no cree que Obama esté a la derecha del PP –como vienen opinando los cronistas más reputados de la caverna para desengañar a Pepe Banco– sino que es un rojo peligroso. Así lo describe Manuel Coma en La Razón: "Es inteligente, cínico, hipócrita, oportunista, despiadado killer político (...) falso, farsante pero comedido, frío, cerebral, calculador (...) maestro en la puñalada trapera, con una concepción del mundo izquierdista, estatista, intervencionista, igualitarista". Está claro que a sus colegas neocones de Washington se les ha acabado el chollo.

En el platillo de enfrente, Moisés Naim en El País esta convencido de que el elegido es el ídem, un chamán, "un hombre medicinal"; "Obama hablando a la multitud en el parque Grant de Chicago enlaza con gigantes de la política norteamericana", asegura en esas mismas páginas Francisco G. Basterra; "Adoro a Obama, tiene manos de pianista y orgullo de antílope", dice Carmen Rigalt en El Mundo; y hasta Ignacio Villa afirma en Libertad Digital que Obama y Zapatero son "como la noche y el día", lo cual es el mayor piropo que podría dedicarle. ¿A qué carta nos quedamos?

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