Merienda de medios

Juicio a Carme Chacón

Estamos en Afganistán en misión de paz o hemos ido a una guerra disfrazados de "repartidores de magdalenas para un pueblo que nos ama y nos recibe con confeti" como dice David Gistau en El Mundo? ¿La ministra Chacón "desempeña el cargo con seriedad" (José Antonio Vera en La Razón)  o debería dimitir porque "ni es hombre ni tiene honor", como vocifera Herodoto Vidal, el precursor de la escritura automática en la crónica histórica? ¿"Un debate político con dos soldados caídos por España de cuerpo presente es una obscenidad" (Alfonso Ussía) o guardar silencio "al cabo de tantas muertes, de tantos muertos, ni es bastante ni es honrado", como proclama Carlos Dávila en La Nación?  De estas grandes cuestiones se ocupaba ayer por tierra, mar y aire nuestra vanguardia opinativa más preclara.

Siendo antigua ya la polémica sobre si el Gobierno tendría que cambiar su discurso y conceder que los soldados españoles combaten en una guerra –"¿no sería ese reconocimiento el mejor homenaje a su labor?, se pregunta el director de ABC, Ángel Expósito?–, no deja de sorprender la ferocidad de los ataques a Chacón. Su nombramiento –asegura el ultracatólico y militarista Diario Ya– "fue una noticia que movía a la risa, como poco". Al parecer, estamos ante la pieza clave de Zapatero para ejecutar otro de sus perversos planes, en su línea de acabar con la familia, romper España y entregar Navarra a la ETA: "Debilitar, ridiculizar y reducir a su mínima expresión a las Fuerzas Armadas".

De Chacón molesta casi todo. Que "presida actos oficiales con la bandera, mientras pertenece a la dirección del PSC, un partido que (...) rechaza identificarse con los símbolos nacionales", tal y como reza el editorial de El Mundo.  Al citado Dávila, por ejemplo, le desagrada su tono, "el tonillo de monja laica, de presidenta de una filantrópica oenegé que utiliza la mermelada y no la arenga para referirse al drama de Afganistán". Esta claro que el de Época es un periodista viril y de pelo en pecho, y no un "abreculos abyecto" como Boris Izaguirre, mientras que Chacón es una mujer "espectacularmente ignorante en cuestiones bélicas" que "no se da cuenta de que manda soldados y no voluntarios de enfermería" a una guerraen la que "se puede morir y a veces hay que matar".

El objetor de conciencia

En eso viene a coincidir con Vidal el prolífico, quien directamente en La Razón acusa a la ministra de las muertes de los soldados: "Se ha preocupado de cambiar los uniformes femeninos en el Ejército pero no los carros de combate (...). Sabe hasta qué punto es culpable de que nuestras tropas se jueguen la vida sin contar con un equipo suficiente (...) que pueda salvarlos en episodios como el de las últimas horas". ¡Cuánto ama este hombre el Ejército para haber sido objetor de conciencia!

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