Merienda de medios

La hoguera

Aparte del acto en sí, lo que más ha molestado de la presentación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid de un manifiesto de apoyo a las víctimas del franquismo a cargo de una treintena de artistas, escritores e historiadores ha sido el expresado deseo de Cristina Almeida de acercar el fuego purificador a los libros de César Vidal que se apilan en El Corte Inglés. Además de una tontería, hacer realidad los deseos de la abogada no hubiera dejado de ser una temeridad, dada la enorme producción bibliográfica de don Herodoto. Federico I lo clavaba ayer en la Cope: "El sindicato de la ceja, una checa breve pero abundosa, llamó a quemar los libros de César Vidal. ¡Pues ya tienen para todo el invierno!".

A César El Prolífico, la idea de la ardiente Almeida le supo mal y, en una reacción muy humana, se acordó del padre de la susodicha en su Linterna episcopal: "Me ha recordado unas palabras del padre de Cristina Almeida que reproducía el periódico Hoy el 16 de febrero de 1936, en las que decía que las banderas del socialismo son de odio, destrucción y sangre". Prolijo en detalles, explicó que el señor Almeida era más de derechas que Don Pelayo, que fue detenido tras el Alzamiento y conducido a la checa de Badajoz y que escribió un libro sobre su presidio. Todo un alarde de memoria histórica.

Viendo quemar las barbas de su vecino, el historiador sin título Pío Moa repasaba en su blog de Libertad Digital algunos aquelarres republicanos antes de entrar en materia. "Lo que nunca quemaría esta gente, amiga de la ‘memoria’, de Garzón y de los chekistas y enemiga de la historia, son obras maestras como El libro rojo del cole, al que tanta promoción dio doña Cristina, dedicado a ‘desdramatizar’ entre los niños el puterío, la droga, la corrupción de menores y esas cosas que tanto molestan a los retrógrados", concluía este amigo de la infancia.

El sindicato del crimen arremetía sin piedad contra el la ceja. "Lo que en realidad quieren los intelectuales cómicos abojofirmantes habituales de manifiestos y panfletos es quemar a la derecha, a los periodistas que parecen de derechas, a los radiofonistas que escriben libros y dicen que son lo peor de la derecha", advertía José Antonio Vera en La Razón, se supone que extintor en mano.

El 20-N para más inri

Faltaba la reflexión en Onda Cero del siempre preclaro García Abadillo, palafrenero del conde-duque de Logroño: "¿Quiénes son los más nostálgicos del franquismo? Los que estaban en el Círculo, que curiosamente celebraban el 20-N pidiendo la quema de libros". Siendo asunto muy delicado el de la pena capital, "dejadme, ay, que yo prefiera la hoguera, la hoguera, la hoguera". Ya lo decía Krahe.

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