Merienda de medios

Los calcetines de la suerte

A la ocasión la pintan calva y a la suerte, en calcetines. Esperanza Aguirre sabe caer de pie de los helicópteros y escapar a gatas de los atentados. Después es capaz de contarlo en detalle y de mostrarse con ese nylon a media pierna que caracteriza a los héroes y a los obreros de la construcción. La presidenta de Madrid jamás improvisa con su imagen, y eso la diferencia de Rajoy y de sus Punto Blanco con tomates. "El superviviente de un atentado puede afirmar que la fortuna le sonríe, pero tras esa falda y esos calcetines hay horas de trabajo, o bien el destello de una mente que piensa en digital (...) la mejor fortuna de Aguirre es la gris atonía de Rajoy, que lleva los calcetines ralos del avaro, porque no tiene una historia que contar", aseguraba ayer Irene Lozano en La Estrella Digital.

De la buena estrella de Aguirre se apresuraba a dar cuenta Jiménez Losantos en Libertad Digital: "Ellos tienen a Barack Obama, pero nosotros tenemos a Barakka Aguirre", afirmaba eufórico, virtualmente postrado a los enfundados pies de la presidenta. Al de Teruel se le nota la querencia, pero hay cariños que matan. ¿Era necesario comparar la suerte y el "valor" de Esperanza con ese "desprecio por la muerte" de Franco "que pasmaba a moros y cristianos"? Leer a Losantos deshecho en elogios se hace tan raro como imaginar a Lee Van Cleef de sheriff en una del Oeste. Menos mal que siempre está a mano Rajoy para darle un pescozón y retomar las esencias: "No le vendría mal a Mariano contagiarse de Aguirre, porque además, en la derecha, no triunfan los opositores sino los rebeldes con suerte".

No todos fueron capaces de apreciar arrojo en la actitud de Aguirre. Juan Manuel de Prada, que es de los convencidos, recurrió a la espantada de Bush el 11-S para justificar que la presidenta se apresurara a tomar un vuelo hacia Madrid como alma que lleva el diablo sin esperar al resto de la delegación que la acompañaba. "Un gobernante, un mandatario, es una persona especialmente preciosa a la que hay que proteger (...). Ella es una mandataria importante (...). Se hizo lo más prudente", explicaba el jueves en la tertulia nocturna de Intereconomía.

Cobarde pero vivo

El contrapunto se lo dio Mariano Guindal: "Si ella en el aeropuerto, una vez fuera del shock emocional, dice ‘yo no me voy de aquí sin mi gente’, ahora estaríamos hablando de qué señora tan gallarda". Faltaba la opinión de Julián Lago, que es de los que creen, como Bierce, que el cobarde es una persona a quien el instinto de conservación le funciona con normalidad: "Yo viví dentro el 23-F y lo que hice en cuanto pude fue salir corriendo (...). Desde luego yo soy ella y me vengo incluso antes". ¿Quién dijo miedo?

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