MierdaJobs

Turnos rotativos o partidos y otras formas de precariedad más allá de los bajos salarios

Cuando hablamos de precariedad laboral, en muchas ocasiones, pensamos en los bajos salarios que perciben los trabajadores a final de mes y en las dificultades que tienen para vivir debido a esa baja cantidad de dinero, pero la precariedad laboral va mucho más allá y puede presentarse de diferentes formas y tener diferentes intensidades.  Por eso en Mierda Jobs queremos contar otras formas de precariedad.

Turnos rotativos

Los turnos rotativos en multitud de ocasiones no dejan a los trabajadores organizarse y dificultan la conciliación entre la vida personal y la vida profesional, ya que es el trabajo el que marca los tiempos de vida del empleado.

Celeste es periodista y trabaja con horarios rotativos que le impiden apuntarse a ninguna clase presencial. "Yo organizo mi vida en base al turno que me toque esa semana, por lo que no puedo tener actividades fijas. No puedo ir a inglés los martes y los jueves por la mañana, por ejemplo. Ahora que empieza el curso, me quería apuntar a unas clases y no puedo hacerlo porque de cuatro semanas que tiene un mes, dos semanas no podré ir. Si me toca trabajar de tarde, se ve muy reducida mi vida social porque trabajo hasta las doce de la noche... Tampoco puedo hacer planes a largo plazo porque mis horarios me los dan de forma mensual, por lo que no puedo planificar un viaje, un concierto o lo que sea con tiempo. Eso me repercute también a nivel económico porque si coges un vuelo o unas entradas con poco tiempo siempre son más caras. Incluso me afecta a la hora de pedir citas médicas... Si ya es difícil conciliar con un turno fijo, imagínate los que tenemos un turno rotativo. Para mí es una de las peores cosas de mi trabajo", cuenta.

Turnos partidos

Los turnos partidos también precarizan a los trabajadores ya que las personas que tienen este tipo de horarios dedican casi todo el día a trabajar. Estos trabajadores suelen trabajar de 9 a 14 y de 16 a 19 o de 10 a 14 y de 16 a 20, y tienen un poco margen de maniobra para hacer cualquier cosa el resto del día.

Gonzalo trabajaba en una conocida inmobiliaria hasta hace unos meses. Su horario era partido y tenía que salir de casa a las 9 de la mañana y llegaba a las 22, en muchos casos. "Al final no sólo vendes tu fuerza de trabajo, sino que vendes tu tiempo y todas tus energías. Yo me levantaba, me daba una ducha, me preparaba el táper de la comida y me iba a trabajar. Como tardaba bastante en llegar a la oficina, no me compensaba volver a comer y casi siempre comía de táper o en algún restaurante que ofrecía el menú del día a un precio asequible. Al final te tiras todo el día trabajando y esas dos o tres horas que tienes entre turno y turno no las disfrutas. Llegas agotado a casa y no tienes fuerzas para nada. Yo lo tuve que dejar porque me estaba afectando a mi salud mental", cuenta.

Doce horas de 'descanso' entre la salida y entrada al trabajo

La ley establece que entre el final de una jornada y el comienzo de la siguiente mediarán como mínimo doce horas. Tiempo en el que el trabajador solo puede dormir, viajar del trabajo a su casa y de su casa al trabajo y alimentarse.

Belén es cocinera y entre jornada y jornada tiene un descanso de 12 horas. "Esos horarios son matadores, en mi familia decimos que son horarios revienta personas. Yo trabajo hasta las 12 de la noche porque tengo que hacer el turno de cenas y, cuando este acaba, tengo que preparar las tortillas de patata para el día siguiente dar en los desayunos. A las 12 de la mañana del día siguiente tengo que estar en el trabajo para el horario de comidas y al final no te da tiempo a nada. En principio mi horario es de 12 a 16 y de 20 a 12, pero al final siempre se alarga y no tengo vida. Además, en mi caso se junta que en mi trabajo, en principio, tenemos turnos partidos con un descanso de 12 horas entre jornada y jornada, algo que es más común en hostelería de lo que te piensas", asegura a Mierda Jobs.

Descansos en mitad de la semana

Por último, otra forma que precariza a los trabajadores son los descansos en mitad de semana. Este tipo de turnos suelen dificultar de forma considerable la conciliación y perjudica a nivel social.

Soraya estuvo mucho tiempo trabajando como camarera y, durante años, no pudo descansar ningún fin de semana. Los descansos solían ser los martes y medio día del miércoles. "Perdí amigos. Es muy fuerte, pero si al final no les ves nunca, vas perdiendo la relación... Con mi pareja la cosa también se fue deteriorando porque no podíamos hacer planes. Él trabajaba de lunes a viernes y solo podíamos salir el domingo por la mañana y el martes por la tarde. Esto causó muchas crisis de pareja, la verdad", lamenta.

Más Noticias