Modos y Modas

Todos rojos

¿VENTANA O PASILLO?// ISABEL REPISO

A mí la poca sangre en las venas me puede. La Bea de Crónicas Marcianas o Sébastien Tellier en el plató eurovisivo son dos caras de la misma moneda, esa que espero nunca caiga en mi bolsillo. Una vez salí con un chico desapasionado, al que dejé abandonado en la sala de un cine. De haber vuelto a mi butaca, hubiera tenido que alegar diferencias irreconciliables: la genética nunca miente.

Por eso llevo una semana leyendo esas secciones deportivas de las que siempre he pasado y que, hasta el jueves, me garantizan adrenalina pura y 100% confort. Nada de lanzarme desde un puente atada a un arnés. Lo único que te pide el cuerpo ante un partido como el del pasado domingo son sofá y cervezas. Si no fuera porque la Eurocopa dura lo que dura, ya me habría suscrito a Marca. Les confiaré que prefiero ver un España-Italia que leer a Murakami; cuestión de biorritmos. Con lo que me gustan los barrios populares donde la gente se grita de balcón a ventana, ¿cómo no iba a bajarme al bar de la esquina para ver los penaltis?

Sí, señor. Los precios seguirán inflándose, el planeta recalentándose y los de Aragonés no podrán frenar el Euribor, pero saber que este jueves jugamos me hace cosquillas en el estómago, ¿disculpan la frivolidad? Un concierto, una cena, una acampada... se llama felicidad programada. La alegría compartida me puede. El fútbol no es más que un pretexto.

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