Modos y Modas

Cariñitos a los siervos

CUALQUIERA TE DICE NADA// ALBERTO OLMOS 

Son muchos los que deciden dedicar un artículo a su sirvienta. El último ejemplo con el que me he topado ha sido el de Rosa Montero, que iniciaba su columna de la semana pasada con la frase: Mi asistenta, Julia.

Dice Rosa (la señora de la casa) que Julia (la que se la limpia) ha sido despedida, y que eso se debe a una interpretación sensacionalista de la crisis que poco a poco nos estamos inventando. La asistenta cobraba una miseria, dice Rosa Montero, que se ha informado a fondo. Me imagino a la poderosa novelista bloc en mano preguntando a Julia cómo es eso de sufrir. Sin embargo, no soy capaz de aventurar si la entrevista Rosa/Julia tuvo lugar antes o después de que Julia fregara los suelos.

Ya no sorprende a nadie que uno se alquile una persona para limpiarle la mierda. A mí me sorprende, me irrita; pero yo es que estoy desfasado. El Ayuntamiento de Madrid dice que las prostitutas existen porque tú pagas. Las chicas de la limpieza existen también porque tú pagas y, además, porque ensucias mucho y, a lo que se ve, no te da la gana de limpiar.

No espero otra cosa de un señorito que sentir desprecio por los criados, pero que alguien de izquierdas otorgue naturalidad a una relación de vasallaje me resulta repugnante. Los estáis humillando: esa es la palabra. La humillación siempre da derechos, y los criados tienen dos por lo menos: robarle al señor y no aguantarle cariñitos. Eso, al perro.

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