Modos y Modas

¿Qué tomas, Mañas?

CUALQUIERA TE DICE NADA// ALBERTO OLMOS

Debido a la publicación por parte de Lengua de Trapo de la novela La pella he tenido ocasión de conocer a José Ángel Mañas, ese que iba al Kronen los sábados por la noche. Es majo. Es alto. Está delgado. Las becarias se le desmayan. Contrariamente a lo que uno pudiera esperar, no está todo el rato perdiendo bolsitas de cocaína. Tampoco (y esto hay que agradecérselo más que lo de la coca) se eterniza hablando de lo importante que fue su novela. No tiene aspecto de leyenda o maldito o cualquiera de las variantes habituales de la gilipollez literaria. Ni siquiera es especialmente llamativo. ¿Qué tomas, Mañas? Una cerveza se toma, el Mañas. Eso hay.
El autor se hizo famoso en los noventa, cuando algunos no sabíamos que publicar una novela lo hacía cualquiera. Mañas se instaló en nuestro cerebro como un pequeño mito, justo a la derecha de Ray Loriga. Eran dos tipos que molaban. Escribían libros y hacían rabiar a Carlos Boyero o Pérez Reverte. Parecían tener todas las respuestas y casi todas las preguntas. Su obra sería evangélica o no sería.

Finalmente, resulta que a los veinteañeros de hoy Loriga y Mañas les importan un comino. Resulta que ambos están en realidad bastante a gusto haciendo libros e hijos, con el pelo cortito y alguna corbata anudándose entre sus manos. Resulta que no tenían nada que decir, nada que cambiar, nada que oponer.
Resulta que toman cerveza.
Pero, ay, cómo molaban, sí; antes.

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