Modos y Modas

Mojémonos con el canon

AGUAS HELADAS// LORENZO SILVA

Le propongo, querido lector, un sencillo ejercicio de honestidad. Haga el inventario de todos los CD y DVD grabables, todas las memorias USB o pendrives, discos duros externos e internos y demás dispositivos de almacenamiento digital que tenga en casa. A continuación evalúe a bulto la capacidad utilizada de todos ellos.

Pongamos que son X gigabytes. Y ahora calcule cuánto corresponde a contenidos generados por usted (fotos, vídeos, textos, dibujos, música). Si me dice que alcanza la décima parte de esos X gigabytes, me descubro. Supera usted a portentos creativos como César Vidal (cuya obra entera no llenaría un solo pendrive) o Andréi Tarkovski (sus eternas películas caben todas de sobra en un disco externo de los más baratos).

El canon que grava estos dispositivos, en los que masivamente guardamos invenciones ajenas, es un sistema razonable de compensar a los creadores por el derecho de copia privada que todos tenemos. No es una multa anticipada a la piratería (nadie es pirata por ejercitar un derecho legal) sino una forma fundada de retribuir a quienes crean una riqueza a la que accedemos todos. Exíjase que la cuantía del canon sea justa, y control en el reparto del dinero recaudado. Pero rechazar como absurda su existencia sólo es un atajo mental para mayor provecho de los fabricantes. Seamos serios: sin copia privada no venderían ni la décima parte de lo que venden.

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