Modos y Modas

El ojo de la mosca

ZUMBANDO VOY // JULIÁN HERNÁNDEZ

La mosca de Cronenberg, la de Leopoldo María Panero y la que me está hinchando las narices en este momento: todas tienen ojos compuestos. Es el ojo que pedía José María García con lo de "¡Ojo al dato!". En realidad, ojo a los trillones de datos que se nos vienen encima como una lluvia de neutrinos o un granizo post-cambio climático, ése que agujerea el tipi de Toro Sedentario Occidental. Con nuestra visión caleidoscópica, podemos cazar alguno de esos kilobytes al vuelo antes de que se derritan en el disco duro sin posibilidad de recuperación. Para que eso no ocurra, hay que ordenarlos a la velocidad del rayo, de la luz o del cólico (que es la más alta del universo, como hasta Einstein sabía). De ahí la visión descompuesta que tenemos de nuestro presente cultural y social. Corremos como balas en busca del alivio y después nos recomponemos la corbata o nos retocamos los labios para recuperar la dignidad. Y desde la más digna de las miserias, nos vamos zumbando a encontrar un nuevo encuadre para nuestro ojo compuesto.

La demolición de la mirada, la intertextualidad del tacto, la transubstanciación entre oreja y oído: todo ello es un enjambre (¿una plaga?) que empieza por una larva y pasa por varias fases de crisálida. Una vez terminadas, dan paso al volando voy, volando vengo de Gato Pérez.
Y sí: zumbando voy, zumbando vengo y por el camino no me puedo entretener, porque me pillaría el lobo como a Caperucita Roja. ¡Qué miedo! No me molestes, mosquito...

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