Cabeza de ratón

Justicia caníbal

"La Justicia no es un restaurante donde se pueda elegir el menú" dijo el juez Elpidio José  Silva mientras los comensales afilaban los cuchillos y enarbolaban los tenedores dispuestos a darse un festín con sus menudillos (que como es sabido son la parte más sabrosa de los jueces). En la presidencia del banquete, entre togas y puñetas (bocamangas de fino encaje que lucen los jueces en los tribunales) se sentaba Miguel Blesa, el banquero doblemente excarcelado por un juez que puede acabar en el banquillo. Lo de banquero es un decir, en realidad el señor Blesa era inspector de Hacienda y fue compañero de pupitre en las oposiciones de José María Aznar, su amigo y padrino porque estas complicidades estudiantiles unen mucho y a veces marcan tu destino para siempre, para bien y para mal.

José Mari y Miguelito hicieron buenas migas mientras preparaban sus exámenes para poder inspeccionar las cuentas ajenas y, tal vez, preparar un futuro en el que serían las suyas las cuentas inspeccionadas. Luego vino Rajoy  y cambió a Blesa por Rodrigo Rato, demostrando que las cosas pueden hacerse aún peor, aunque hay que esforzarse mucho. Blesa, inspector de Hacienda y abogado no sabía mucho de banca, como la mayor parte de los consejeros de la entidad, políticos, sindicalistas y unos cuantos amigos de confianza. Los consejeros de Izquierda Unida y Comisiones votaron en su día por la continuidad de Blesa: Vote a Blesa, a usted que más le da, que hubiera dicho Mingote, pero las cosas se torcieron, hay demasiada gente que está deseando presidir una entidad en bancarrota y con un futuro incierto para exprimirla un poco más antes de irse por la puerta de atrás con una indemnización millonaria. Esto tiene el inconveniente de que luego a lo mejor te toca pasearte en calidad de imputado por unos cuantos tribunales. En el peor de los casos incluso es posible que tengas  que pasar unos días en la cárcel, enriquecedora experiencia para cualquiera que no haya pasado largos años a la sombra y a cuenta del Estado.

A Blesa le acabó tocando un juez tocado, "singular, polémico y contundente" el juez Elpidio. Nada más conocerse la noticia  los medios de comunicación mostraron una curiosa unanimidad en desvelar los "escándalos" de la carrera judicial del magistrado y las sanciones y reconvenciones que había recibido de sus superiores, sus retrasos en pronunciar sentencias y hasta el impago de sus alquileres. Algo se anunciaba, algunos compañeros de carrera apostaban sobre cuanto tiempo iba a durar el colega al frente de tan singular, polémico y contundente proceso. El juez Elpidio José respondió al acoso mediático, se quejó de presiones e injerencias continuas, encarceló a Blesa, gesto que recibió el apoyo de la opinión pública y el rechazo absoluto de todos los demás comenzando por el de los fiscales que le acusaron, y sus acusaciones fueron escuchadas, de haber tomado una decisión desproporcionada.

Quizás el juez Silva entró en una ratonera montada para atraparle a él y dejar escapar a la alimaña. Podría ser, pero todos sabemos que al singular, polémico y contudente magistrado le tocó el embolado en la lotería judicial, que no hubo intencionalidad, ni venganza, ni mala leche. La Justicia es ciega pero no sorda y los jueces deben estar más atentos a esas vocecillas que zumban en sus oídos cada vez que se encuentran con un caso de este porte si no quieren estrellarse antes de convertirse en estrellas.

Ah, por cierto, a los menudillos de Elpidio en salsa financiera algunos comensales los encontraron algo correosos pero contundentes. Buen Provecho.

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