Cabeza de ratón

Paella con carabineros

La silueta del toro de Osborne y la mala sombra de una pareja de guardias civiles con capote y tricornio en el horizonte. Pura marca España. Un individuo vestido de torero ha entrado, pistola en mano, en el Parlamento español. Así, más o menos, comentaban en una televisión nórdica la fiesta aquella del 23-F. De nuevo se reflejan en los espejos deformantes del callejón del Gato los espantajos de nuestra tragedia nacional transformada en esperpento valleinclanesco.

La España de charanga y pandereta, de la que hablara Manuel Machado, hoy es la España de tricornio y de peineta, de sangría y paella. Una paella, probablemente con carabineros, le ha costado un disgusto al teniente coronel Tejero, hijo y nieto de Tejeros. Una paella ilegal a la que se le pasó el arroz, una paella clandestina para celebrar anticipadamente el día del padre, o con cierto retraso la efemérides del 23- F, cuando papá tomó el congreso. Una fecha inolvidable para Tejeros y  Tejerines.

Otro 23 de Febrero consiguió sus estrellas el Tejero junior que se diplomaría más tarde con un trabajo sobre la utilización de pelotas de goma y otros medios disuasorios. Buen currículo para ser destinado a Ceuta o a Melilla a despejar moros de la costa. La paella nacional tenía los colores de la bandera, amarilla de arroz y roja de carabineros y pimientos morrones y para beber, patrióticos vinos de Jerez y La Rioja . Al ágape familiar fueron invitados algunos conmilitones del Tejerazo como el capitán Muñecas, lugarteniente y mamporrero adjunto en la gesta de marras, torturador benemérito que huye de la Justicia universal como antes lo hiciera de la nacional, que le condenó por golpista porque no podía negar la evidencia, pero que se resiste a extraditarlo para que juzguen en Argentina lo que no osaron juzgar aquí. La transición se hizo entre nosotros transigiendo demasiado y de aquellos polvos provienen estos lodos que embarran el paisaje. Olvidamos la Historia y ésta se repite aunque sea como historieta y caricatura sangrienta.

La Guardia Civil es un cuerpo militar, como su propio nombre desmiente, y esta paradoja imprime carácter, y el carácter de la  Guardia Civil admite muy pocas bromas, y los periodistas -especialmente los más veteranos- estamos habituados (malos hábitos) a cogérnosla con papel de fumar en estos casos, lo que implica tener que dedicar un pliego de descargos por adelantado, en forma de párrafo laudatorio -o al menos exculpatorio-, que certifique las acrisoladas y acharoladas virtudes del Cuerpo. Denlo por escrito, sentido, firmado y publicado pero permítanme obviar las obviedades hasta que un día de éstos nos pongamos de acuerdo los periodistas (no se preocupen, eso no pasará nunca) para publicar una declaración conjunta al pie de cada artículo sobre esta temática. Al menos algo así como:  La  empresa no se responsabiliza de las opiniones de sus colaboradores, ellos tampoco. Perdonen las molestias...

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