Cabeza de ratón

Que llamen al exorcista

El Espíritu Santo está en quiebra en Portugal, la entidad bancaria encomendada a su divina protección, el Banco do Espirito Santo, no ha podido con el mundo de las finanzas que carga el diablo. En Roma el papa Francisco ha "nacionalizado" la Banca Vaticana infiltrada por discípulos de Satanás que habían puesto sus ahorros bajo el manto divino. Cuando los economistas la pifian, los políticos la cagan y los técnicos del Tribunal de Cuentas cuentan con los dedos, ha llegado el momento de llamar al exorcista de guardia. Cuando todo da lo mismo, por qué no hacer exorcismos (que diría Krahe).

A Esperanza Aguirre hace tiempo que se la llevan los demonios que conviven en su interior y que se desmandan a menudo provocando accidentes y resquebrajando su máscara facial de sexagenaria pizpireta y marchosa, castiza y cañí de las que saben bailar el chotis sobre un ladrillo y luego utilizar el soporte para romper alguna cabeza. Alguna vez tenía que sufrir el efecto "boomerang". Si prospera la querella de Pablo Iglesias, el ladrillazo será inevitable. Siempre que no medien esos diablos familiares, vampiros de negras togas que viven entre las grietas de los poderes judiciales esperando órdenes de sus amos, habitantes de las sombras de nuestro Averno particular, para clavar sus incisivos sobre las víctimas propiciatorias. Parece que anda suelto Satanás (que diría Aute).

A Esperanza, la lideresa que no cesa, se le abre un nuevo frente en Brunete, posición estratégica tatuada todavía por las gallináceas águilas y los ominosos símbolos y nombres del franquismo. "Ni se te ocurra votar a favor de retirar los símbolos del franquismo del pueblo porque te fusilan". Así advertía una policía de la localidad a una concejala de UPyD, cuando le transmitía las últimas ofertas del alcalde para hacerse con su voto o con su ausencia en determinados plenos. "Dices que estás enferma y justificas tu ausencia" era el consejo de la mediadora policial, una oferta que la concejal no podía rechazar si quería evitar el fusilamiento. Una oferta así, realizada por alguien que suele llevar pistola, parece que impresiona más. Sin pistola —ni falta que le hace— Esperanza Aguirre librará la batalla de Brunete y organizará algunas escaramuzas en el frente de Iglesias, para seguir sosteniendo y no enmendando sus calumnias, engordando un poco más la bola de la infamia.

Hemos asistido estos días a auténticos diálogos de besugos con Eduardo Inda, colega de querella de Esperanza que no suele escuchar a sus interlocutores porque sigue rumiando su discurso inalienable y alienado resucitando a ETA para que comparezca como testigo de la acusación y repitiendo sus consignas, calumnia que algo queda, para enturbiar el inesperado éxito de la plataforma. Inda se reafirma y Esperanza sigue provocando, lanzando bravatas y embistiendo, entrando al engaño al trapo rojo que nubla su visión. No se sabe cómo acabará la faena, pero la bronca ya está garantizada, aquí embisten hasta los cabestros.

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