Multiplícate por cero

Un pacto inviable: el recorte del gasto

Una escena imposible: José Luis Rodríguez Zapatero, de pie en el segundo escalón de las escaleras de la Moncloa, apoyado en la pila de tomos de papel reciclado de los Presupuestos del Estado, espera que su invitado, Mariano Rajoy, que porta unas grandes tijeras de podar, termine de bajar del coche. Ambos se sientan ahí mismo, en el suelo, y discuten juntos animadamente qué hojas cortar de los librotes. Se les oye decir: "La parte contratante de la primera parte..."

Eso sería lo que hubiera ocurrido en el caso de que Rajoy hubiera aceptado la última invitación de Zapatero –hecha hace pocos días en el Congreso– para analizar juntos qué partidas de gasto público pueden ser reducidas. La propuesta del presidente del Gobierno no era inocente: sabe que su margen de maniobra es mínimo, al igual que el de Rajoy, y que ni en el país de Nunca Jamás ambos se van a sentar juntos para concertar los Presupuestos del Estado, ni aunque la crisis sea la más profunda conocida desde la llegada de la democracia.

Rajoy también lo sabe, al igual que tiene claro que su propio margen de maniobra, no el financiero sino el político, es igualmente ínfimo. Pactar los Presupuestos, en el caso muy improbable de que coincidieran en las prioridades de gasto, daría más réditos al Gobierno que a la oposición. El PP cree que su mejor estrategia es ir a la contra. Así que se pueden hacer todas las ofertas que se quiera sabiendo que nunca se pasará de las palabras a los hechos. Por eso, tras la propuesta de Zapatero para acordar recortes, el jefe del PP propuso como condición previa para sentarse con el presidente que el Gobierno renunciase a la anunciada subida "temporal" de impuestos, una Arcadia imposible si se analiza el estado actual de las cuentas públicas. No hay recorte posible que compense en su totalidad el aumento del déficit.

Terceras partes

Los datos hablan por sí solos. El gasto público total en España es de 425.000 millones de euros y se reparte, grosso modo, en tercios: Seguridad Social (127.000 millones, el 29,5%), comunidades autónomas y ayuntamientos (137.000, el 31,7%) y Estado (161.000, el 37,5%).

Esto quiere decir que sólo una parte del total del gasto público en España depende del Gobierno central. Y, dentro de esa parte, hay corrientes tectónicas –como la del magma del centro de la Tierra– que no se pueden tocar sin riesgo de que se altere y se venga abajo el eje de rotación del planeta social y financiero español o se genere conflictividad, la bicha de la que hasta ahora ha conseguido escapar Zapatero.

Entre los gastos que no se pueden tocar de un año para otro se encuentran los más de 33.000 millones que suman los sueldos de los funcionarios del Estado (se puede restringir o anular la oferta de empleo público, pero no existen los ERE en la Administración, así que a los que funcionarios que ya lo son hay que pagarles). También hay que abonar las pensiones –que son más de 100.000 millones de euros–, pagar las prestaciones por desempleo –unos 40.000 millones este año por el vertiginoso aumento del paro–, hacer frente a los intereses de la Deuda Pública –17.000 millones de euros– ...

¿Las inversiones en infraestructuras? Es una corriente de 14.000 millones al año, pero está comprometida en planes plurianuales y compensa parcialmente el brutal descenso de la inversión privada... A futuro se puede impulsar la financiación público-privada, pero lo que ya está comprometido hay que pagarlo, el Estado no puede ser moroso. Vamos ya por más de 200.000 millones y no hemos recortado nada. Después están los gastos en investigación y desarrollo, las subvenciones a familias y empresas, el fomento del empleo... ¿quitamos de ahí, de todas esas partidas, una apuesta que sólo da frutos años después? En ello están, pero el margen para meter la tijera en el gasto de los ministerios es de apenas un 5% o 6%...

Así que la oferta de Zapatero lo que buscaba era que Rajoy se mojara. No lo va a hacer, lógicamente, pero quedan los presupuestos de las CCAA –que han aumentado su deuda en más de 18.000 millones de euros en un año–. Y ahí no le quedará más remedio al PP que retratarse.

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