Multiplícate por cero

¿Pierden los empresarios con Díaz Ferrán?

Hubo una época en que el presidente de la patronal y los líderes sindicales eran conocidos como "el comando del sosiego". CEOE, UGT y CCOO cumplían su parte en el desarrollo económico global del país: aplicar también el espíritu del consenso y la modernización que había alentado la transición democrática. Ahora, el que es representante máximo de CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, en plena crisis económica, no sosiega, sino que alimenta la crispación dentro y fuera de la organización. Nada que ver con su antecesor, José María Cuevas, cuyo lema era: "Negociad siempre. Y cuando la negociación se vuelva imposible, seguid negociando".

Esa filosofía permitió a Cuevas apuntar en el haber de CEOE pactos tan dispares y tan extensos en el tiempo como el Acuerdo Económico y Social (AES) de 1984, la reforma laboral de 1997 o los sucesivos acuerdos interconfederales de negociación colectiva (AINC), que permitieron años de paz social en las empresas. Cuando Cuevas firmó su último AINC, en 2007, dijo que patronal y sindicatos daban "un ejemplo a la sociedad en un momento en que se han debilitado los principios del consenso".

Sin embargo, en estos momentos la patronal no está consiguiendo nada positivo ni para los empresarios, ni para la organización en sí misma, ni para el propio Díaz Ferrán. CEOE está convulsa, su presidente es cuestionado a pesar de las muchas "adhesiones inquebrantables" que exija y la imagen social de los empresarios se ha deteriorado incluso más que la economía en general. Mientras tanto, el 12 de diciembre, con su manifestación unitaria, los sindicatos demostraron la fuerza que tienen hoy –poca o mucha– para forzar a CEOE a un gran nuevo acuerdo económico y social que pueda ayudar a la recuperación. Seguro que a Díaz Ferrán, como al Partido Popular, esa fuerza le parecería poca. Aunque les hubiera parecido mucha, la manifestación tampoco habría conseguido que Díaz Ferrán mostrara un sosiego tipo Cuevas, en aras de una paz social que hace falta hoy más que nunca.

Esta es la situación en la que se va a intentar por enésima vez sentar a todos a la mesa del diálogo social. A estas alturas, los empresarios ya podrían haber conseguido algunos beneficios, aunque no fueran todos los que ambicionaban. Pero Díaz Ferrán no quiso seguir el consejo de Cuevas –negociar, llegar a acuerdos y seguir negociando– para que el Gobierno no tuviera la foto que ansiaba. Por eso, cuando Zapatero le invitó a cenar en la Moncloa, junto con los líderes sindicales, rechazó la oferta de rebajar dos puntos las cotizaciones sociales, control de los empresarios del absentismo laboral, participación de las empresas de trabajo temporal en la Administración y en el sector de la construcción o más dinero del ICO.

Aquella cena concluyó sin acuerdo y, aunque algunas de las medidas menores han sido puestas en marcha después, el Gobierno descartó la rebaja de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social, dado que las cuentas públicas no están para más recortes de ingresos. Así que despreció un ahorro de costes de 7.000 millones de euros para sus compañeros de patronal.

Hoy, es posible que para que en CEOE no le pongan fecha de caducidad a Díaz Ferrán sólo le valga un resultado positivo del diálogo social. En la patronal valoran más la capacidad de llegar a acuerdos globales que la pericia individual como empresario del presidente de todos ellos. Casi todo empresario tiene en su curriculum errores de gestión más o menos importantes, aunque a Díaz Ferrán se le acumulan por días (es posible que le expulsen de consejero de Caja Madrid por moroso, sus trabajadores de Air Comet le reclamaban salarios impagados, tiene pendiente un juicio por presunto fraude fiscal y apropiación indebida de fondos públicos en la venta de Aerolíneas Argentinas...). Casi sería mejor que Díaz Ferrán se convirtiera en un liberado de la patronal –aunque a Esperanza Aguirre no le gusten los liberados sindicales– y negociara sin descanso el pacto social.

Sin embargo, su cercanía con el Partido Popular juega en contra del acuerdo. El PP no quiere pacto alguno como ha demostrado en bastantes ocasiones –la última en la Conferencia de Presidentes autonómicos– y Díaz Ferrán se lo explicó claramente a Rajoy: "Tus propuestas están en sintonía total y absoluta con las nuestras". Tal vez por eso, la patronal se ha cambiado de filas, desde el comando del sosiego al de la crispación.

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