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¿Importa el Premio Nobel de Economía?

Hoy, a primera hora de la tarde, sabremos quién ha ganado el Premio Nobel de Economía. Un Nobel que en realidad no fue instituido por Alfred Nobel sino por el Banco de Suecia en su memoria, lo que ha dado lugar a múltiples controversias, entre ellas las críticas de uno de los herederos de Alfred.

Los premios siempre han dado sorpresas: en 1994 y en 2005, quienes lo ganaron lo hicieron por cosas relacionadas con juegos. Empecemos con el Nobel de Economía de 1994, ganado conjuntamente por John C. Harsanyi, un húngaro de la Universidad de Berkeley, Reinhard Selten, un economista alemán nacido en Polonia, y John F. Nash, economista de la Universidad de Princeton, cuya terrible esquizofrenia conocemos gracias a la película "Una mente maravillosa" ( Russell Crowe hacía de John F. Nash). Los tres consiguieron el premio por su "pionero análisis del equilibrio en la teoría de los juegos no cooperativos".

En 2005, los premiados, otra vez conjuntamente, fueron Robert J. Aumann, ciudadano israelí y norteamericano, alemán de nacimiento, y Thomas C. Schelling, americano de la Universidad de Maryland, quienes han contribuido decisivamente a "nuestro entendimiento del conflicto y la cooperación a través del análisis de la teoría de juegos". Los entrecomillados son del Jurado del Premio Nobel y difícilmente comprensibles para los no economistas o los economistas no avezados.
El año pasado ganó el economista estadounidense Edmund Phelps. ¿Por qué mérito? Según la Academia sueca, por "sus análisis sobre compensaciones internacionales en la política macroeconómica, que han ahondado nuestro conocimiento de la relación entre los efectos de corto y largo recorrido en la política internacional". Aparte de que esos análisis de Phelps datan de los años 70, ¿es que los suecos no pueden hablar claro por una vez? ¿Qué quiere decir todo eso?

Para que podamos valorar si es importante el Nobel de Economía de hoy, permitidme que detalle cuál fue el mérito de Phelps: en los años 60, por obra y gracia de una teoría económica llamada "curva de Philips", desempleo e inflación eran dos fenómenos intrínsecamente relacionados, casi dos mecanismos automáticos. Phelps lleva la contraria a esa "curva de Philips", con la que han crecido generaciones enteras de economistas que hoy pueblan puestos políticos y empresariales clave del mundo entero.

Inflación o desempleo

Según esa teoría, si el objetivo del Gobierno es mantener la inflación baja, debe admitir un nivel de desempleo alto. Si la prioridad es tener mucho empleo, lo que debe sacrificarse es la inflación. Antes de Phelps, para un economista bastaba con apretar el botón adecuado y decidir entre mejorar el paro o la inflación. Imposible una inflación baja y pleno empleo (la relación entre ambos factores era la famosa "curva de Philips", que también tenía como padre a Paul Samuelson, premio Nobel de Economía de 1970).

Pero hete aquí que, a inicios de los años setenta, la economía mundial se volvió loca: apareció la estagflación, una situación donde, a pesar de las políticas monetarias y fiscales restrictivas, se producía inflación y al mismo tiempo desempleo. Adiós a la curva. Ahí entró Phelps: en su opinión, la relación entre inflación y desempleo depende de cómo la gente percibe la relación entre el corto y el largo plazo, entre mañana y dentro de un año. Para Phelps, la inflación de hoy no depende solamente del desempleo actual, sino también de lo que las personas y empresas piensen del futuro de los precios. Sostuvo que los precios y los salarios no se ajustan rápidamente porque, en realidad, la gente no entiende de economía y no sigue las reglas fijas. Entonces, dado que los mercados en el corto plazo son más lentos o no se mueven, empresas y personas basan sus decisiones en pronósticos de inflación.

Por ejemplo, ¿cómo se explica la estagflación, de acuerdo con Phelps? Antes, se suponía que las políticas fiscales y monetarias contractivas producirían recesión y reducirían la inflación; pero en los 70 esto no ocurría, sino que al contrario, los precios incluso se disparaban. Según Phelps, esto se debía a que los agentes económicos no creían las promesas del Gobierno y tenían expectativas de inflación que eran muy altas. Así que en el futuro la inflación continuaría.

Si la gente corriente, al margen del Gobierno, cree que en el futuro la inflación será igual o mayor que la actual, las políticas macroeconómicas pierden su fuerza. Así que Phelps ganó desafiando nada menos que a la influencia de décadas de Paul Samuelson, el mismo Samuelson que da nombre a los libros de texto de todos los estudiantes de Economía del mundo, premio Nobel de Economía en 1970.

De todo esto, lo mejor es que gane el Nobel un tipo que desautoriza gobiernos y que llama la atención sobre la necesidad de más educación y más inversión en investigación. Tanto como que lo ganen quienes alertan sobre el cambio climático.

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