Multiplícate por cero

Zapatero se aleja de Obama

Olvidemos la exageración de la conjunción planetaria y vayamos a los hechos: Obama y Zapatero han llevado vidas paralelas en lo personal y lo político, pero eso se ha terminado. Hechos: celebran su cumpleaños el mismo día (4 de agosto), dieron la sorpresa al ganar sus primarias de partido y las elecciones generales, sus victorias supusieron
un cambio generacional y de política, tienen dos hijas, simpatizan... Hechos: hoy uno va por el camino izquierdo –eso sí, al modo americano– y otro se ha escorado a la derecha.

Obama no reniega de continuar con planes de estímulo que reactiven el crecimiento económico y acaba de anunciar una inversión de 50.000 millones de dólares en infraestructuras, que se suma al gigantesco plan de cerca de 800.000 millones de dólares puesto en marcha a lo largo de la crisis y que, sin embargo, no ha tenido los resultados esperados.

Por su parte, Zapatero ha optado por el ajuste presupuestario y la reforma laboral y de pensiones, que son las medidas exigidas por los organismos internacionales y los mercados. El efecto es que la deuda pública se coloca mejor y a un tipo de interés más bajo, pero como contrapartida se ralentiza el crecimiento.

No es esta la única divergencia. Ahora también tienen una política distinta sobre cómo gravar a los ricos. Obama ha decidido cargarse los beneficios fiscales que Bush dio a las rentas altas. Gracias a no prorrogar esas deducciones, el Estado federal norteamericano ingresará más de 700.000 millones de dólares en diez años, es decir, 70.000 millones más cada año pasarán de los bolsillos de los ricos a las arcas del Estado.

Por su parte, el proyecto de Zapatero de subir el tipo marginal del IRPF reportará al Estado unos 700 millones más al año. Podría decirse que la brecha entre los 70.000 millones de Obama y los 700 de Zapatero se debe a que la riqueza de Estados Unidos es muy superior a la de España. Por eso vamos a calcularlo en porcentaje sobre la recaudación total de cada IRPF y sobre el PIB de cada país.

Lo que va a hacer Obama supone aumentar la recaudación por el impuesto sobre la renta un 7,7% y detraer de los ricos una cantidad equivalente a medio punto del Producto Interior Bruto. No parece mucho, ¿verdad? En España es menos aún. De aplicarse sólo el aumento del IRPF tal como lo plantea Hacienda y renunciar al impuesto sobre las grandes fortunas, Zapatero se conformaría con aumentar los ingresos por IRPF un 1,1% y que las rentas altas aportaran un 0,07% más en términos de PIB.

O lo que es lo mismo, el aumento de la presión fiscal sobre las rentas altas de Zapatero apenas llega al 14% de la de Obama en términos proporcionales. Incluso si todas las comunidades autónomas siguieran el ejemplo del Gobierno central (el 50% del IRPF es competencia de las autonomías) no se alcanzaría ni la tercera parte del efecto de la del presidente norteamericano. Y es que una subida del tipo máximo del impuesto sobre la renta no alcanza a ser un verdadero impuesto sobre las grandes fortunas, precisamente esas que no aparecen en el IRPF.

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