Multiplícate por cero

Del oráculo de Delfos al FMI

Hay días en que creo más en las profecías que en los pronósticos del FMI o de cualquier otro organismo. La historia de la humanidad me anima a ello. Y siempre es más poético que una estadística que reduce a prosaicos números nuestro incierto destino inmediato. Creso, el último rey de Lidia, ni con toda su opulencia consiguió evitar la muerte de su adorado hijo Atis, ya que cometió el error de no interpretar bien los presagios que le guiaban en sus decisiones. Por ejemplo, una noche soñó que Atis moría atravesado por una punta de hierro. Lo que hizo fue evitar que se acercara a cualquier objeto punzante, pero un día le permitió participar en la cacería de un jabalí, ya que los colmillos no son de hierro, y murió alcanzado por la jabalina de otro cazador. Para remate, le preguntó luego al oráculo de Delfos si debía ir a la guerra contra el rey persa Ciro II el Grande y el oráculo, enigmático como siempre, respondió: "Si cruzas el río Halys –que era la frontera entre Lidia y Persia– destruirás un gran imperio". Así que fue a la guerra y la
profecía acertó de nuevo: Lidia fue destruida y Creso perdió su reino.

Hoy en día, que se sepa, los gobernantes no recurren a oráculos o profetisas para tomar decisiones, pero hay ocasiones en que las predicciones económicas recuerdan a Delfos, al menos en la ausencia de razonamiento. Incluso economistas que hacen esas previsiones reconocen en privado que en su mayoría andan perdidos. Aunque, con tantas revisiones como se hacen, al final casi todos aciertan.

En estos momentos, la predicción más controvertida en España es cuánto crecerá el Producto Interior Bruto el próximo año. Frente al 1,3% que prevé el Gobierno, el FMI lo rebaja al 0,7%. ¿Quién es más Delfos? En la primavera de 2008, con la crisis ya en marcha, el FMI daba el doble de crecimiento para España del que al final fue y el pronóstico del Gobierno superaba en 2,5 veces la realidad. Eso sí, para el otoño confluyeron las previsiones de ambos en apenas cinco días para acertar con el crecimiento final del 0,9%. El año pasado, el Gobierno fue más a remolque del FMI, tanto en reconocer el cambio de signo (de crecer a decrecer) como en la magnitud de la caída (acabó en -3,7%). Sin embargo, este año es el ministerio de Salgado el que marca la pauta y a sus previsiones (-0,3% ) están
confluyendo casi todos los demás.

Creso perdió un reino por no saber interpretar bien las señales, pero eso fue porque no repreguntó al oráculo una y otra vez. El Gobierno y el FMI revisaron seis veces su previsión de crecimiento del PIB español para 2009. La de este año ha sido cambiada cuatro veces por el Ejecutivo y cinco por el FMI. Y para el próximo año ya ha habido tres predicciones gubernamentales y cuatro del Fondo Monetario Internacional. Pero la discusión no es si son seis decimales más o menos de crecimiento del PIB un año sino cómo resolver las causas de la crisis a largo plazo. Y las recetas del FMI son tan discutibles como sus previsiones. Entretanto, el déficit corriente se ha reducido a la mitad, la venta de viviendas repunta aunque sea por motivos fiscales coyunturales y el déficit público baja, pero se incrementa la deuda y sube el paro.

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