Multiplícate por cero

Las lentejas de Merkel

Caminando a paso firme hacia una recesión aún más dura, Europa ha aprobado por amplísima mayoría el plan de austeridad fiscal impuesto por Merkel. Desde ahora, los presupuestos estatales serán supervisados por la Comisión y el Consejo europeos. Los estados serán sancionados automáticamente si no cumplen sus compromisos de déficit público, conduzcan o no al ahogamiento del Estado del bienestar, favorezcan o no un crecimiento económico capaz de generar nuevo empleo.

Este es el panorama: Alemania manda; una parte mollar de Europa, sobre todo el sur, no consigue colocar su deuda en los mercados financieros, salvo que pague tipos de interés de usurero; se aprueba un fondo de rescate que no comporta licencia bancaria, y no se dan poderes al Banco Central Europeo para que pueda aliviar las presiones sobre las deudas soberanas, lo cual podría hacer comprándolas en grandes cantidades para así forzar unos niveles sostenibles de las primas de riesgo. Sobre crecimiento económico, empleo e inversiones, ni una palabra.

Desde la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, Europa ha celebrado 25 "cumbres" de jefes de Estado y de Gobierno (de la UE y del Eurogrupo). El resultado final ha sido como antes se explicaba qué era el fútbol: juegan 11 contra 11 y siempre gana Alemania. Y para la Alemania de Merkel el camino es disciplina fiscal sin apenas solidaridad. Aunque Draghi, presidente del BCE, parece haber dejado una puerta abierta a los eurobonos.

Merkel dirige Europa pensando en los alemanes y en su calendario electoral. Por su parte, Reino Unido se ha autoexcluido del nuevo acuerdo, dado que el euroescéptico David Cameron prefiere proteger los intereses particulares del lobby financiero británico (la City) antes que involucrarse con sus socios europeos en un empeño común.

Quizá, a la vista de que las normas europeas se deciden en gran parte por intereses meramente localistas, tal vez haya que modificar la estructura de funcionamiento. Como explica Nicolás Sartorius en el primer Informe sobre el estado de la Unión Europea, de la Fundación Alternativas: "A los gobiernos que deciden sobre el destino común de Europa no los eligen los ciudadanos europeos en su conjunto sino los de cada país al suyo (...) estamos, pues, intentando gobernar el interés general de los europeos con instrumentos particulares de ámbito nacional".

Los estados están cediendo, sin duda, soberanía nacional. Eso tiene el lado positivo de que reforzará la gobernanza económica global, pero... ¿a cambio de qué? Ser muy estrictos con el déficit público significa que la economía se puede contraer si no hay inversión privada que lo compense; y como no la hay, ni tampoco al BCE se le permite luchar contra los tipos abusivos sobre la deuda soberana, lo que hacen países como España es el primo. Por ejemplo: este año los intereses de la deuda nos van a costar 24.000 millones de euros.

En la cumbre de jefes de Estado falló, otra vez, el equilibrio. Eran lentejas y no hubo contrapeso al poder de Merkel ni a la disciplina fiscal. ¿Lo habrá en el futuro? Es probable. A mi juicio, si se cede soberanía nacional, debería ser para lograr un Gobierno para todos. Esa frase tan tópica de "seré el presidente de todos" es hoy imprescindible para Europa. Y para ello hay que reforzar las instituciones europeas por encima de las de los países.

Más Noticias