Multiplícate por cero

¿Necesitamos a las cajas de ahorros?

A Miguel Blesa no le nombró Esperanza Aguirre y ambos han encallado en el control por Caja Madrid. En un momento en el que el sistema financiero en su conjunto está siendo puesto a prueba no suena bien la batalla por el control político de una caja de ahorros. Desde luego no suena a la canción tecno Satisfaction con que Caja Madrid emitía sus anuncios hace un año, cuando su mensaje publicitario era: "El dinero no da la felicidad, pero ayuda mucho ¿Quieres? Con nosotros puedes". Era el broche final a varios spots, donde salían gente y cosas muy sofisticadas. En septiembre, cuando empezaba a arreciar el huracán sobre los mercados financieros, cambiaba al Barrilete Cósmico, un depósito de alta rentabilidad dirigido al público en general. Ahora, con el pánico financiero totalmente desatado, Caja Madrid ha vuelto a cambiar el mensaje a "Sí, podemos". Es el mismo –seguro que es casualidad– con que Obama ha triunfado: "Yes, we can". Ya no hay trajes caros o bromas, sino chicos con síndrome de Down, que demuestran su capacidad de superación gracias a la Obra Social de Caja Madrid.
Blesa opta por el mensaje social, que cala mucho más entre los sindicatos y los impositores, las dos alas de la asamblea de Caja Madrid que pueden ayudarle a frenar a Esperanza Aguirre. Mientras, el culebrón entra en una recta decisiva, ya que en breve concluye el plazo para presentar enmiendas a la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de la Comunidad de Madrid, que en el Gobierno regional se ve como una puerta para intentar otra forma de asalto al puesto de Blesa.
El empeño de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, por relevar a Miguel Blesa –que llegó a la caja en 1996 con el respaldo de José María Aznar, compañero de oposiciones al cuerpo de inspectores de Hacienda– sigue adelante. Por eso, aunque la reforma de la ley regional de cajas ya va incluida en la Ley de Acompañamiento, no se descarta introducir nuevas modificaciones que den más argumentos legales para desalojar a Blesa de Caja Madrid. Pero el responsable de la caja no se siente concernido por las modificaciones que se puedan introducir, ya que sostiene que la ley no puede tener efectos retroactivos; aún más, Caja Madrid alega que es inconstitucional cambiar las reglas cuando ya se ha iniciado el proceso de renovación de consejeros. Un proceso que el propio Blesa anticipó en previsión de que Aguirre cambiara la ley. En estos momentos, Blesa cuenta con el apoyo de los representantes del PP del Ayuntamiento de Madrid (en la caja se reproduce el enfrentamiento entre Aguirre y Gallardón), CCOO y cuadros directivos. En contra está el PP de Aguirre, y el PSOE se abstiene, por ahora.

Pelea política

Pero el problema de fondo que refleja el conflicto de Caja Madrid es el sometimiento de las cajas de ahorros a las peleas políticas. Aunque han procurado mostrar su perfil más profesional, las cajas no pueden ocultar los intereses políticos que las rodean y que determinan las operaciones empresariales en las que participan –o no participan– e impiden las fusiones

interregionales entre cajas.
¿De qué presumen las cajas de ahorros? De su obra social. El año pasado, las 45 cajas de ahorros españolas invirtieron 1.848 millones de euros en Obra Social, un 21% más que en 2006. Claro que no tienen accionistas ni dividendos que repartir y la obra social no paga impuestos.
Pero la pregunta, en una época en que la responsabilidad social empieza a calar en las empresas, es:¿hay que ser una caja para desarrollar obra social? O al revés: ¿podrían las cajas continuar como entidades financieras sin dependencia política?
Ayer Blesa pidió que se cambiara la ley nacional de cajas de ahorros para favorecer su expansión internacional. Y el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Juan Ramón Quintás, lo ha dejado claro. Quiere que se reduzca a la mitad (del 50% al 25%) el poder político en las cajas.
Vayamos un poco más allá que Quintás y pidamos que se reduzca a cero. Entonces nos olvidaremos de la pelea Aguirre-Blesa.

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