Multiplícate por cero

Daños colaterales en la guerra contra los morosos

Como no le daban crédito, decidió robarlo a mano armada. Ausencio Calleja Guzmán, 52 años, dueño de un taller de reparaciones domésticas y pequeñas obras en Lleida, ahogado por las deudas, rechazado por los bancos, cometió hace unos días cinco atracos a sucursales ilerdenses. Su familia tampoco daba crédito. Hasta enero, su clasificación de solvencia era de 11 sobre 20 puntos (riesgo medio/bajo) y gozaba de una historia de "incidentes comerciales nulos o irrelevantes".

Ausencio Calleja estaba calificado para recibir un crédito máximo de 5.998,1 euros. Esta información comercial estaba equivocada –luego aparecieron informaciones sobre ciertos retrasos en los pagos– y quizá el ya empresario delincuente no merecía ni esos 6.000 euros, a pesar de no haber tenido nunca ningún incidente comercial registrado. Quién lo sabe. Lo que sí es seguro es que hoy falta información suficiente sobre cuáles son los criterios exactos que te hacen merecedor de crédito, si eres un particular o una pyme. La ausencia de información clara por parte de las entidades de crédito, bancos y cajas, alimenta la sospecha de la arbitrariedad.

La información que se desprende de ello es que la liquidez global se ha cortado, por mucho que el Estado haya aportado planes de garantía a las entidades financieras y que ahora hay un celo extremo. Pero no sabemos si se usan siempre criterios fundados a la hora de rechazar a un empresario que quizá sólo necesite circulante de forma temporal o a la hora de conceder una hipoteca a una pareja joven que acumula dos salarios de nómina, suficientes como para pagar las cuotas futuras. Daños colaterales en la guerra contra los morosos.

Los bancos y cajas tienen razones para estar atemorizados en la situación actual de pánico global que nos afecta. La tasa de morosidad se encuentra en estos momentos en el 3,37%, el nivel más alto desde agosto de 1997 y casi cuatro veces más que en diciembre de 2007. Ellos mismos pronostican que llegará al 7% e incluso más allá.

En el mes de diciembre, cada día, las entidades españolas sumaron otros 100 millones de euros en créditos de dudoso cobro, lo cual quiere decir, básicamente, que un analista interno los reclasifica como activo tóxico o de difícil cobro cuando antes no lo eran. A finales de 2008, estos créditos dudosos sumaban más de 63.000 millones en España, tras crecer 3.000 millones sólo en diciembre.

Acumulación de impagos

Desde el último trimestre del año pasado los banqueros han empezado a levitar con la idea de una gran catástrofe, de una progresiva acumulación de morosos, de la obligación de provisionar tanto impago en sus cuentas (la provisión genérica es del 25%) y, en definitiva, de una pérdida de rentabilidad y credibilidad gravísimas. Sólo los créditos a los sectores de la construcción e inmobiliario, destrozados por la crisis, ascienden a 471.000 millones de euros, con lo que una morosidad del 7% supondría 32.900 millones de euros en dudosos. En un año han pasado de 1.961 millones a casi 20.000 millones.
Echen cuentas. Es lógico que las entidades financieras traten de paliar un futuro desastre prestando dinero sólo al cliente con un 200% de solvencia, al contrario de lo que hicieron otros países.

Pero la información sigue faltando, ¿cómo conseguimos ese 200%? Fannie Mae y Freddie Mac, las hipotecarias americanas hoy gravosamente nacionalizadas, dan ahora consejos en sus sitios web para no ser calificado como peligroso o dudoso. Lo que no hay que hacer es lo siguiente: perder el empleo, reducir tu jornada laboral, tener una enfermedad o lesión grave, divorciarse o separarse, que se muera tu cónyuge, agotar el límite de tus tarjetas, pagar sólo la cantidad mínima requerida, solicitar otra cuando alcanzas el máximo, retrasar el pago de recibos domiciliados y, por supuesto, dejar de pagar una cuota. Buena suerte.

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