Multiplícate por cero

Al este del edén fiscal

El 16 de febrero, el avión oficial del rey Juan Carlos aterrizaba en el aeropuerto Internacional de Piarco, en Puerto España, en la isla caribeña de Trinidad, capital de la República de Trinidad y Tobago, para impulsar las relaciones comerciales y culturales entre España y este archipiélago, descubierto por Colón en su tercer viaje al Nuevo Mundo. Entonces era un paraíso natural y hoy es también un paraíso fiscal, además del mayor productor de petróleo y gas de la región.
Trinidad y Tobago tenía al finalizar 2008 –según las estimaciones oficiales del informe The World Factbook de la CIA– un PIB per cápita de 28.400 dólares, más que algunos países europeos, como Portugal, la República Checa y varios otros. España está en 34.100. Es decir, que le va mejor que bien, en comparación con casi todo el resto del Caribe y del mundo, en general. Desde el este del edén fiscal, acompañando al rey, viajaba también Antoni Brufau, presidente de Repsol YPF, empresa cuya producción total depende en un 15% de sus activos en Trinidad y Tobago, fundamentales para la petrolera española, que prevé y persigue un fuerte desarrollo en aquella zona en el futuro. Y en el horizonte, un convenio de doble imposición entre España y Trinidad y Tobago, con el objetivo de sacar a la república caribeña de nuestra lista negra de paraísos fiscales.

Menos de una semana después del viaje real y empresarial, los líderes europeos se conjuraban para poner en marcha, en la próxima reunión del G-20, en abril, "acciones definitivas contra los paraísos fiscales y jurisdicciones que no cooperen" en proporcionar datos sobre evasión fiscal, lavado de dinero y financiación del terrorismo. Es una declaración que ya se escuchó tras la cita en Washington, pero de la que seguimos sin saber cuáles serán esas acciones. ¿Se va a prohibir que sociedades españolas creen filiales en paraísos fiscales? ¿Se impedirán las transacciones financieras? ¿Se va a convencer a los cerca de 40 paraísos fiscales que existen en la actualidad para que sean buenos chicos? ¿Van a pararle los pies a las mafias de la droga para que no blanqueen el dinero negro? Ante tantas incógnitas y vista la experiencia hasta ahora, temo que sea mera ilusión la proclama.

Vayamos a un propósito menos ambicioso: los acuerdos de doble imposición. Han tenido tan buen resultado en aumentar la transparencia internacional que en octubre pasado se reunían en París representantes fiscales de la mayoría de los países de la OCDE y tuvieron que comprometerse a que, cuando se firmaran convenios de doble imposición, se acordara también un adecuado intercambio de información fiscal entre países. Esto quiere decir que, o no se hace o lo que se hace no sirve de mucho.

Secreto

Pero, si de lo que se trata es de dar información fiscal que permita prevenir o castigar la elusión fiscal, hemos tenido un ejemplo muy reciente de lo bien que funciona. EEUU reclamó a UBS, banco de Suiza –que tiene secreto bancario pero no es considerada paraíso fiscal– información sobre 52.000 presuntos defraudadores y obtiene la migaja de 250 nombres.
Así que nosotros nos vamos de visita oficial a un todavía paraíso fiscal, mientras en cada reunión del G-20 o similar se realizan grandilocuentes declaraciones de que hay que acabar con todos ellos, para evitar la existencia de refugios fiscales a disposición de grandes fortunas, grandes corporaciones o grandes malhechores.

Según el último informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (integrado por organizaciones como Setem, CCOO, Cáritas, Greenpeace, Cruz Roja o Economistas sin Fronteras), realizado con las memorias de 2007, hay 24 sociedades de las 35 que cotizan en el Ibex español que tienen sociedades en paraísos fiscales. Aunque es verdad que algunas de ellas se pueden explicar por "razones operativas", también se constata que las empresas, en general, evitan aclarar qué hacen allí.

Ahora que los Estados están inmersos en planes de rescate de bancos y empresas, con un coste de varios billones de euros, no es extraño que hayan vuelto sus ojos contra una práctica económica reprobable y que puede reportarles nuevos ingresos: la evasión de impuestos. ¿Lo conseguirán?

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