Mundo Rural s.XXI

Un mundo rural. Un plan integral

Miguel del Yukón.  Círculo sectorial Podemos Celtiberia-Mundo Rural.

La política rural no existe en el horizonte mediático ni en el debate político; está capitalizada por la problemática urbana. Tan claro es esto que ni siquiera en el estallido del 15-M, que denunció con ingeniosos eslóganes y consignas los principales problemas de nuestro país, no apareció ni una sola alusión a la agonía despoblacional de la España rural. Y eso acentúa esta condena a muerte; sin embargo, esa ausencia clamorosa en el debate político y mediático es perfectamente reversible si atendemos a las experiencias que estamos viviendo en provincias donde hay plataformas ciudadanas contra la despoblación y por la reactivación de las áreas rurales (como La Otra Guadalajara en la Comarca de Molina de Aragón). Ellas se han preocupado de dar eco mediático a sus problemáticas consiguiendo que, al menos en su ámbito provincial, sea bastante conocida su causa. Esas «causas del olvido y marginalidad» generan mucha simpatía y solidaridad entre una ciudadanía próxima que las percibe como grandes injusticias.

Ya se ha hablado en este foro Siglo XXI, por otros/as compañeros/as, cómo el Mundo rural es un sector estratégico y tiene una de las mejores leyes en desarrollo rural en el cajón del olvido (Ley 45 de 2007 y su R.D 752 de 2010); hoy, quiero centrarme en la parte territorial más natural de relacionarse de los municipios rurales en un territorio: la Comarca y quiero partir del hecho reconocido por todos de que el problema más grave, más importante y más urgente de solucionar se llama la despoblación y también se ha dicho en este foro que la causa fue política y política es la solución y, por tanto, sólo con un auténtico Plan de Desarrollo Integral por Comarca podremos empezar a ver la luz en el túnel de nuestros pueblos.

A pesar de la situación tan dramática que padece toda la España rural, es posible reactivarla y recuperar población si el Estado de la nación y las CCAA toman el asunto como un auténtico deber; es decir, como una cuestión de Estado que impela a las administraciones a activar plenamente esta Ley de Desarrollo Rural dotándola de presupuesto suficiente, al menos durante dos sexenios consecutivos o quizás tres, que es el tiempo mínimo requerido para obtener resultados tangibles de recuperación. No hay que perder de vista que nuestro despoblamiento, a diferencia del existente en otras naciones, no se debe a imponderables extremos climáticos, orográficos o de lejanía; nuestras áreas más despobladas están situadas, por lo general, en el centro del país y están bien comunicadas con ciudades y poblaciones importantes; tampoco se debe ignorar sus potencialidades en recursos naturales, agroalimenticios, micológicos, turísticos, forestales, patrimoniales, culturales, ictiológicos, etc. Por todo ello, poner la citada Ley a pleno rendimiento es abrirle las puertas a la esperanza a todo el mundo rural.

Si bien es cierto que en estos años de democracia han estado llegando a nuestro territorio una serie de fondos y de subvenciones, también es cierto que no han tenido el resultado esperado; es más, la despoblación en el mundo rural ha seguido aumentando y ni siquiera en los mejores años de la llamada «bonanza nacional» y de la «cresta de la ola económica» se llegó a vislumbrar un atisbo de cambio en la tendencia de despoblación. Estos fondos y subvenciones han fracasado porque sólo guardaron las formas que Europa imponía; nuestros gestores políticos desperdiciaron, una vez más, la implicación real de la ciudadanía y, sobre todo, el trabajo colectivo comarcal, primando más las cortas miras localistas que no iban más allá de lo que desde un campanario se puede alcanzar a ver y creando incluso malestar entre los propios municipios por desviar «legalmente» ayudas graciables en función de la simpatía ideológica. En definitiva, un verdadero fracaso desde 1991, cuando empezaron a llegar los primeros fondos europeos para el desarrollo rural.

Hoy tenemos 219 comarcas rurales con 10 millones de habitantes y 426.000 km2 y, de éstas 105 comarcas que representan más del 50% del territorio nacional (253.8282 km2) y con una población de 3 millones de habitantes envejecidos en la UVI (a revitalizar).

Además, añadido a todo lo expuesto anteriormente, existe en nuestras comarcas otro elemento que nos diferencia del resto de la Europa rural: el envejecimiento poblacional, pues no es casual que la industria más importante de ingresos es, sin lugar a dudas, y por encima de cualquier actividad, las pensiones de los jubilados; y ya para rematar tenemos el estigma cultural, producido en los años 60 y 70 del siglo pasado con decenas de películas sobre el "cateto" del pueblo; y si añadimos un arraigo tradicional conservador individualista de postguerra en estos territorios, llegamos a una vulnerabilidad que va a requerir más del doble de esfuerzo que en otros lugares; por eso debemos hacer un frente común para conseguir una cultura rural que resalte los valores positivos que siempre han estado, pero que no hemos sabido hacer visibles. Tenemos en nuestros territorios la mayor factoría natural, ecológica y medioambiental de todo el país: las montañas, las sierras, los bosques y los ríos.

-La salida sólo será posible desde un ámbito comarcal, primero porque ésta es la demarcación territorial natural y casi siempre histórica de relación social y cultural entre los municipios del mundo rural, lo que implicaría una reestructuración de la Ordenación Territorial en todas las CCAA donde no existe la comarcalización y prescindiendo de las anticuadas y graciables Diputaciones Provinciales.

-La salida sólo será posible con la total implicación social y política de la ciudadanía que habita en la Comarca, con una potente plataforma ciudadana reivindicativa y de compromiso con sus gentes y su tierra, lo que se llama el empoderamiento de la ciudadanía.

-La salida sólo será posible con la elaboración y puesta en marcha de un Plan Integral Comarcal, plenamente asumido por la ciudadanía y contagiando hasta rabiar a la política. Un Plan Integral que sólo podrá ser transversal y participativo.

-La salida sólo será posible con al menos dos sexenios aplicando estas políticas integrales y con el viento totalmente a nuestro favor: restitución de la Ley de Desarrollo Rural y su Real Decreto, una nueva ordenación del territorio por comarcas.

-La salida sólo será con leyes que contengan una discriminación positiva para con el territorio rural.

Desde el Círculo Celtiberia-Mundo Rural hemos determinado unas medidas imprescindibles para un Plan Integral Comarcal que deben basarse como mínimo en estos puntos: 1.Educación, 2.Sanidad, 3.Servicios y apoyos sociales, 4.Promoción de la municipalidad, 5.Vivienda 6.Comunicaciones y transportes, 7.Medioambiente, 8.Apoyo a las iniciativas productivas generadoras de desarrollo y empleo, 9.Agricultura, 10.Patrimonio y cultura, 11. Legislación.
Para poder ver el texto completo y entender la importancia de estas medidas aconsejamos entrar en el blog de Podemos Celtiberia-MundoRural.

Conviene resaltar que las medidas unilaterales o por goteo y los cursos ficticios sin destino de empleo no sirven a estas alturas para reactivar las comarcas más deprimidas ni para recuperar población, siendo de vital importancia aplicar en cada zona el conjunto de medidas trasversales -planes integrales- para mejorar la calidad de vida (servicios e infraestructuras) y crear oportunidades suficientes que sirvan de acicate para que los jóvenes habitantes de nuestros pueblos opten por quedarse y otros vengan a vivir aquí. Para que las personas prefieran vivir en el mundo rural nuestros pueblos han de ofrecer una digna calidad de vida, con la posibilidad de trabajo y vivienda. Justamente conseguir esas condiciones básicas es la apuesta de la Ley Desarrollo Sostenible del Medio Rural: existe cobertura legal, ahora falta la voluntad política de aplicarla.

Quiero acabar este artículo mencionando unas palabras de una de las personas seguramente más preparada y más cualificada sobre el análisis, estudio y propuestas de solución a la problemática de la llamada España Rural Interior: Jerónimo Lorente Hernández, un luchador íntegro, incombustible, solidario y sobre todo desprendido de todo atisbo personalista, un entusiasta de lo comarcal y de lo rural, en definitiva un colectivista. Deseo que tu salud se recupere lo antes posible:

Evitar que la historia de nuestras comarcas no quede sepultada para siempre bajo los escombros no es algo que les tocara hacer a nuestros antepasados porque ellos ya cumplieron con su misión de trabajar con la ilusión de mantener la vida de nuestros pueblos y prolongarla a sus descendientes. Tampoco será una responsabilidad que vaya a recaer sobre los que vengan después porque ellos ya no tendrán misión que cumplir si les dejamos nuestros pueblos definitivamente desaparecidos. La responsabilidad de que no se interrumpa para siempre la vida y la historia de nuestras comarcas nos incumbe a nosotros y sólo a nosotros, a los que vivimos ahora en esta tierra y a todos cuantos la quieren, aunque no vivan en ella. Y si nuestras comarcas se nos mueren a pesar de haber hecho lo indecible por evitarlo, la historia nos juzgará con respeto y como gentes dignas, aunque no hayamos podido evitar su ocaso; pero si se nos hunden sin haberlo intentado evitar por todos los medios, la historia nos juzgará severamente por nuestra abulia; nos juzgará como gentes que no quisieron estar a la altura de su deber cuando había que estarlo. (J.L.H.)

En la Celtiberia, Molina de Aragón a 24 de septiembre de 2015

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