O es pecado... o engorda

Comer mirando el reloj

Ya sabeis lo del melón: "Por la mañana oro, por la tarde, plata y por la noche, mata". De muerte por ingestión nocturna de cucurbitácea, no conozco ningún caso. Pero ya es sabido que los saberes populares a veces tienen razones que la razón no entiende.

¿Esto significa que hay comidas buenas o malas según a la hora que se tomen? Pues sí. Y tiene hasta una ciencia: la cronobiología nutricional o ritmonutrición. La teoría es que entre cinco de la mañana y cinco de la tarde nuestro cuerpo pide energía y durante las otras doce horas pide reparación. Para eso se aconsejan, en la primera mitad del día, alimentos ricos que nos ayudarán a una activación física e intelectual, porque contienen tirosina: ajo, avena, coco, carne de ave, la soja, las almendras. En la segunda mitad del día, necesitaremos alimentos ricos en triptófano, para poder sintetizar la serotonina y melatonina y favorecer la serenidad y la relajación nocturnas. Por ejemplo, pescado, frutos secos y frutas como el plátano, la piña o en el aguacate. La cena es buen momento para la ingestión de proteínas saludables como la carne magra. Lácteos y huevos, parece que sientan bien en cualquier tramo horario.comidas variadas

Para no comer algunas cosas por la noche, hay también razones obvias: los alimentos que exigen una digestión más complicada no deberían tomarse cuando estamos a punto de ir a la cama. Los pimientos, el ajo, la cebolla, ya los conocemos. Pero quién lo iba a decir de la lechuga, tan aparentemente ligerita ella, que ahora resulta que es extremadamente indigesta. En general, todas las verduras crudas, cuya fibra necesita tiempo para fermentar en el estómago.

Y volviendo a los refranes, se supone que se garantiza una buena salud quien "desayuna como un rey, come un príncipe y cena como un mendigo". Y esta regla también tiene repercusión en la eterna lucha contra los kilos. La primera parte del día es el momento de tomar hidratos porque hay más oportunidades de "quemarlos" en la actividad diaria. Por la noche, se convierten en grasa. Ya se sabe, mientras dormimos, lo que no se utiliza pasa a la reserva. En el fondo, el mismo mecanismo que el de la hibernación de los osos, que ya quisieran disfrutar algunos frioleros.

Excepción hecha de la siesta, claro. Pero una siesta comedida, no las de "pijama y orinal" que reivindicaba Cela y a las que los más rancios incluyen también el padrenuestro. Hay cantidad de estudios al respecto. Algunos han afinado tanto que calculan al segundo la duración más conveniente: 26 minutos. Pero a veces basta mucho menos. Hay una forma muy práctica de regular la siesta: sentados en un sillón y con un manojo de llaves en la mano. Cuando ya estamos dormidos y dejamos caer las llaves al suelo, su sonido hará de despertador. Eso debería ser suficiente para disfrutar de sus beneficios, que son algo así como un reseteo en nuestras funciones: se consigue una recuperación cardiovascular y una mejora del aprendizaje.

Y si hay unanimidad respecto a los beneficios de la siesta, no pasa lo mismo con otra de las grandes cuestiones sobre comida y horario: ¿cuántas veces hay que comer al día? En los últimos años, del tradicional "desayuno, comida y cena" se ha pasado a "desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena" y hay quien, aconsejando no acostarse antes de las dos horas de haber cenado, también incluye un ligero "resopón". Seis comidas, nada menos. Y esto no es lo mismo que "comer entre horas" ni "picotear".

Los regímenes de adelgazamiento recomiendan estas cinco –o seis comidas- en base a luchar contra la ansiedad de las dietas. Y también afirman que se crea menos grasa corporal haciendo trabajar al estómago. Porque -atención, glotones- comiendo también quemamos energía. Y también tiene nombre: el efecto térmico de los alimentos o termogénesis. Se supone que la digestión, la absorción, la metabolización y el almacenamiento de los alimentos implican un gasto energético. Pero... en realidad ese gasto no supera el 10 por ciento y eso si no comemos comida procesada, que se absorbe mucho más fácilmente. Así que comer no adelgaza.

Los defensores de las cinco comidas dicen que el cuerpo se acostumbra y crea menos reservas grasas, que el páncreas trabaja más regularmente, sin picos de insulina. Los detractores, en cambio, aseguran que nuestro cuerpo está habituado a dos o tres descargas fuertes de insulina al día y que eso es lo recomendable.

Al margen de estas cuestiones médico-científicas, las cinco o seis comidas a lo largo del día dan bastante trabajito, sobre todo si hay que pasar la mayor parte de ese día, fuera de casa. Y si además pretendemos que sean sanas y apetecibles. Así que propongo, simplemente, intentar hacer una alimentación ordenada,  respetar los horarios sin ser esclavos de ellos... y disfrutar de la deliciosa obligación de comer.

 

YOGUR DE AGUACATE

Buscando, buscando algo apetitoso para la cena, he encontrado esta receta. Muy fácil y deliciosa

Ingredientes

Un aguacate de unos 250 gramos

Dos claras de huevo a punto de nieve

Un yogur griego

Salmón ahumado

Cebollino picado y sal

Elaboración

Triturar la pulpa del aguacate con la batidora y mezclarla con el yogur

Montar las claras a punto de nieve y mezclar todo con cuidado para que quede una mousse muy esponjosa

Colocar en copas o cuencos individuales con tiras de salmón ahumado y cebollino picado por encima

Más Noticias