[caption id="attachment_550" align="alignnone" width="1920"]<a href="http://blogs.publico.es/notas-sobre-lo-que-pasa/files/2021/07/Rodriguez-Isabel-en-RP-CMIN.jpg"></a> Isabel Rodríguez, ministra de Función Territorial.- EFE[/caption] “Un aterrizaje forzoso”. Por dos veces consecutivas ha recurrido este lunes Isabel Rodríguez a esta analogía para referirse a la asunción de su responsabilidad como portavoz del Gobierno español y como ministra de Política Territorial. Un aterrizaje forzoso siempre es traumático y cabe esperar que sea tan solo por ese motivo por el cual la flamante ministra, exalcaldesa de Puertollano, se prodiga en despropósitos sobre la realidad social catalana y el conflicto político abierto con el Estado español. De otra manera, si no se debiera a un trastorno traumático accidental, lo que ha afirmado la portavoz gubernamental en una entrevista en la Cadena Ser solo se podría atribuir a la ignorancia y, si es así, lo que no se entendería es el motivo por el cual Pedro Sánchez ha confiado a esa política de su partido la tarea de facilitar el entendimiento del centro del Estado con la periferia. Si un catalán dijera que el conflicto con el Estado “ha llegado a los hogares catalanes, ha roto familias y amistades”, habría que considerar que se trata de un mentiroso o de un individuo insociable, incapaz de relacionarse con su entorno y de ver lo que ocurre a su alrededor. Pero lo ha dicho una persona de fuera de Catalunya, que se reivindicaba como radical defensora de las libertades y a la vez como representante de la izquierda pragmática, una ministra, encargada de hacer posible la resolución del conflicto político realmente existente por la vía del diálogo entre administraciones. Hay que esperar que rectifique o que se excuse con la coartada del “aterrizaje forzoso” o que reconozca su desconocimiento de la naturaleza del desencuentro político, porque existe otra posibilidad y es que su comentario sea malintencionado y responda a una apetencia muy común entre nacionalistas españoles. Desean que en Catalunya aparezca un problema de convivencia e insisten en ello, desde hace muchas décadas, siempre que tienen ocasión, sin conseguir nunca que ese escenario imaginado de un enfrentamiento abierto entre catalanes se convierta en realidad. Isabel Rodríguez ha amenazado con más represalias. “Deberían haber aprendido la lección”, ha dicho. Y en relación al posible retorno de los exiliados, ha advertido que “tendrán que ser juzgados", de acuerdo con “la Constitución y la ley”. Esa es la solución que se le ocurre para facilitar el diálogo y hacer posible “el encuentro”. Antes de ser ministra era alcaldesa de un municipio castellano-manchego, y según ella misma ha reconocido en esa misma entrevista, hasta hace unos pocos días sus preocupaciones tenían que ver con “las licencias de obras y zonas azules de Puertollano”. Mucho habrá aprendido de su experiencia de dos años como primera edil y de los anteriores como senadora y diputada, pero nada ha percibido al parecer sobre los anhelos persistentes de millones de catalanes. “Ellos tienen que hacer un esfuerzo para recomponer la convivencia en Catalunya”, ha insistido, para dejar claro que como actual titular de Política Territorial no prevé cambio alguno en las relaciones del Estado con Catalunya, porque en su opinión, “lo que más importa a los catalanes”, son cuestiones como “las becas o los transportes”, “el día a día”. La verdad es que vendría bien que la ministra probara los transportes y realizara un viaje de ida y vuelta en uno de los trenes regionales que circulan por Catalunya, para constatar el estado en el que se encuentran esos ferrocarriles, pendientes de inversiones estatales prometidas y nunca ejecutadas, y entender uno de los motivos por los cuales el catalanismo reivindica el derecho a decidir del pueblo catalán sobre todos los asuntos que le conciernen. De paso, la ministra, si observara lo que hace la gente normal cuando se traslada de una a otra localidad de Catalunya, podría comprobar, aparte de la lentitud y del deterioro de los vagones de los trenes en los que viaja, el trato amable entre gentes de todo tipo, que hablan diferentes lenguas, exhiben símbolos diferentes, expresan sus inquietudes y reivindican sus identidades en absoluta armonía, porque la ultraderecha y la derecha extrema, aunque han ganado presencia y de vez en cuando cometen actos vandálicos, no cuentan con suficientes efectivos para alterar la convivencia. Seguro que la titular de Política territorial sabe que esas alteraciones sí se producen con mayor frecuencia en otros territorios del Estado. Si todo lo que puede aportar Isabel Rodríguez en favor del diálogo y la resolución del conflicto con Catalunya y otras naciones del Estado consiste en divulgar una y otra vez la existencia de fracturas identitarias imaginadas y a exhibir la espada de la represión judicial, más vale que se dedique a otra cosa, porque convendría que las mesas de negociación dieran resultados.