Revista Números Rojos

Este cielo está envenenado

La contaminación es un fenómeno inherente a las sociedades urbanas e industrializadas. Las famosas ‘boinas’ que cubren ciudades como Madrid o Barcelona forman parte del paisaje urbano cotidiano. Pero ¿qué hay exactamente en el aire que respiramos? ¿Cómo afecta a nuestra salud? ¿Debemos preocuparnos? ¿Vamos a mejor o a peor? ¿Se cumple la Ley? ¿Debemos resignarnos a inhalar aire sucio o hay alternativas?

Texto: Silvia Zancajo. Fotos: nerdebi.

cielo1El aire de importantes ciudades españolas hace tiempo que resulta difícilmente respirable. La situación se agrava en los meses de calor, cuando una sucia ‘boina’ cubre las urbes y las alertas se disparan. Pero llegan las lluvias, el problema se apacigua y vuelve a meterse en un cajón. Sin embargo, no se trata precisamente de un asunto menor. En octubre de 2013 la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que la contaminación del aire se incluía en el grupo 1 –el más alto de la escala- de sustancias que provocan cáncer. Se le atribuyen 223.000 tumores de pulmón mortales al año.

El cancerígeno es uno de estos efectos, pero hay otros: respiratorios, cardiovasculares y cerebrovasculares. La OMS calcula que unos siete millones de personas mueren al año en el planeta por culpa del exceso de contaminación, es decir, una de cada ocho del total de muertes en el mundo. Las cifras que maneja la Comisión Europea hablan de alrededor de 400.000 muertes prematuras al año en Europa por la misma causa. De esa cantidad, 20.000 corresponderían a España, 2.000 solo en Madrid. En nuestro país fallecen anualmente 17 veces más personas a causa de la contaminación atmosférica que por accidentes de tráfico. También se calcula que los altos niveles de polución en Europa disminuyen la esperanza de vida de sus habitantes entre dos y tres años.

Hablamos, evidentemente, de estimaciones. Es muy difícil cuantificar cuánta gente ve agravados sus problemas de salud por culpa de la contaminación, o en qué casos es un factor desencadenante, pero y tal y como nos comenta Juan Bárcena, responsable del área de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción, "cuanto más se sabe, se comprueba que es peor. Es decir, nos tememos que estas cifras sean una subestimación, y que la realidad sea aún más grave. Lo que es evidente es que la contaminación es una variable importante en nuestra salud".

De hecho, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), revela en su último estudio sobre la calidad del aire en Europa que en torno al 90% de la población urbana de la Unión Europea está expuesta a concentraciones de alguno de los contaminantes atmosféricos más perjudiciales para la salud. En la presentación de dicho informe, el comisario de Medio Ambiente de la Comisión Europea (CE), Janez Potočnik, aseguró que "la calidad del aire es un problema esencial para muchas personas" y que "las autoridades públicas deben adoptar medidas en los ámbitos comunitario, nacional y local, incluso en época de austeridad y dificultades".

Y en España, que de austeridad y dificultades sabemos bastante, tampoco nos quedamos a la zaga en cuanto a la contaminación. Si atendemos a los datos del informe La calidad del aire en el Estado español durante 2012, elaborado por Ecologistas en Acción, y que se basa en los datos de las redes de medición de contaminación autonómicas facilitados por las Administraciones correspondientes, el porcentaje de población expuesta a niveles excesivos de polución se eleva al 94% en nuestro país.

El aire es una mezcla gaseosa que forma la atmósfera de la tierra compuesta por una veintena de gases constantes y variables. Cuando, debido fundamentalmente a la actividad del hombre, se introducen sustancias distintas a su composición natural o se modifican las cantidades de sus componentes naturales, el aire se deteriora y contamina. Los contaminantes más dañinos son las partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), el ozono troposférico (O3), el dióxido de azufre (SO2) y el dióxido de nitrógeno (NO2). En el caso de las partículas en suspensión, la cifra nos indica el tamaño de dichas partículas, es decir, las PM2,5 son cuatro veces más pequeñas que las PM10. Cuanto más pequeñas, más peligrosas, al adentrarse más en los pulmones.

Es especialmente llamativa la enorme diferencia entre los niveles de contaminación permitidos por la CE, por un lado, y de la OMS por el otro. Veamos un ejemplo: la legislación europea (Directiva 2008/50) establece un valor límite diario de dióxido de azufre seis veces superior a la recomendación de la OMS, los valores límite anuales de partículas PM10 y PM2,5 duplican los recomendados por el organismo de la salud, y el valor objetivo de ozono es un 20% superior a la Guía de la OMS.

¿A qué obedece una diferencia del doble o más? Juan Bárcena apunta: "Los límites europeos son negociados políticamente, y aunque la legislación se cumpla los niveles registrados no son sanos. Por eso, este es uno de los puntos en los que discrepamos con la Administración. Los datos más objetivos son los aportados por la OMS, porque son en base al conocimiento científico, no responden a intereses políticos". Los valores recomendados por la OMS son, además, los que utiliza la AEMA para elaborar sus informes de calidad del aire.

¿Cumplimos con la norma?

Da igual qué cifras tomemos como referencia, la realidad es que no cumplimos la legislación. El Plan de Calidad del Aire de Madrid que establece los límites máximos de contaminación entró en vigor en 2010. "Pero desde entonces no se ha cumplido nunca. Los límites se han superado todos estos años. De hecho, en realidad la normativa entró en vigor en el año 1999, pero se les dio diez años de margen para tomar las medidas oportunas que permitieran cumplir con los niveles en 2010, no es algo que se impuso de la noche a la mañana", nos explica Bárcena.

cielo2"En Ecologistas en Acción elaboramos todos los años un informe sobre calidad de aire en el que hemos denunciado este incumplimiento sistemático. Antes de 2010, desde la Administración nos respondían diciendo que tenían margen y que los parámetros se cumplirían ese año. A partir de 2010 su respuesta ha sido que se trataba de valores muy difíciles de cumplir".

Ante el incumplimiento de la directiva europea, Madrid, Barcelona y otras zonas industriales españolas solicitaron una moratoria para cumplir esas exigencias, pero ambas fueron rechazadas por la Comisión Europea, que estimó que los planes presentados no garantizaban el cumplimiento de la legislación. Concretamente, el escrito de denegación decía que eran necesarias "medidas de reducción de la contaminación más estrictas" que las planteadas en el Plan de Calidad del Aire de la Ciudad de Madrid 2011-2015.

La CE envió su último aviso por escrito a España a comienzos de 2010, y le advirtió de que, de seguir así, el siguiente paso sería la denuncia, que, por cierto, está a punto de llegar ante el Tribunal de Justicia comunitario. Lo que supone que, además del daño medioambiental y a la salud, todo esto puede acabar en una multa muy potente. Es decir, es previsible que además de afectar a nuestros pulmones, lo acabarán sufriendo también nuestros ya maltrechos bolsillos.

El responsable del área de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción nos cuenta que en Reino Unido, por ejemplo, donde tienen una situación parecida por exceso de contaminación, el Tribunal Supremo británico ya ha  emitido una sentencia que afirma que se ha incumplido la directiva europea de calidad del aire. "Aquí, nosotros acompañamos cada informe de una denuncia a la Administración, pero se han archivado todas sistemáticamente.Pero tras la sentencia británica, los ecologistas tenemos la esperanza de que esto vaya para adelante y que desde Europa la justicia falle que se ha incumplido y obligue a tomar medidas", afirma Bárcena.

Sin embargo, la Administración sigue presumiendo de que la contaminación se reduce y de que tenemos una buena calidad de aire. Pero claro, todo es relativo. Es cierto que los niveles de contaminación han disminuido desde 2008, pero esto, para las organizaciones ecologistas, responde a que con la crisis la gente usa menos el vehículo y se reduce el consumo de combustible. Es decir, esa mejora es coyuntural y previsiblemente se revertirá si la situación económica mejora. De hecho, los niveles de los contaminantes relacionados con el tráfico y la movilidad en vehículo se han reducido, pero otros, como el ozono troposférico, no se han visto afectados e incluso siguen aumentando.

Muchos recordarán las declaraciones en 2011 del entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quien afirmó que Madrid tenía "el mejor aire de los últimos 10 años". Si rescatamos los datos recogidos por el propio Ayuntamiento ese año, comprobamos que 19 de las 24 estaciones que miden el dióxido de carbono rebasaron el límite anual, y el valor medio de la red (45 µg/m3) también superó el máximo legal, siendo algo peor que en 2010.

La legislación establece además un valor límite horario de NO2 (200 µg/m3), que no debe superarse más de 18 horas al año. A lo largo de 2011, nueve estaciones rebasaron este límite legal, frente a las seis del año 2010. En este aspecto, el 2015 empieza fuerta, en los primeros doce días del año seis estaciones madrileñas superaban ya el límite legal de contaminación para todo el año.

Los datos sobre partículas en suspensión y ozono troposférico recogidos en el informe elaborado ese año por Ecologistas en Acción también reflejan un repunte de la contaminación atmosférica en Madrid en 2011 respecto a 2010.

Los datos de ese mismo informe pero del año 2013 no son mucho más esperanzadores. Una vez más, se superaron los valores límite de contaminación marcados por la legislación vigente, así como los recomendados por la OMS. El ozono troposférico (O3) irrumpe como el contaminante más problemático en la capital ese año. 13 de las 14 estaciones que lo miden superaron el umbral a partir del cual es preceptivo informar a la población. La gran incidencia de contaminación por O3 ocurrida durante el verano de 2013 no tiene precedentes en los registros de la red municipal de calidad del aire.

Un año más se rebasaron los valores límite legales establecidos para el dióxido de nitrógeno (NO2), exigibles desde 2010. En 2013, 8 de las 24 estaciones de la red superaron el límite legal anual establecido por la legislación europea. Madrid lleva ya cuatro años consecutivos (2010-2013) vulnerando los límites legales de contaminación por NO2. En román paladino, el aire que respiramos está muy sucio. Y todo ello a pesar de la tendencia decreciente del tráfico a causa de la crisis y a las abundantes lluvias registradas en el primer semestre del 2013.

¿Una situación reversible?

Las principales medidas para reducir la contaminación son disminuir el tráfico motorizado, reducir la necesidad de movilidad, potenciar el transporte público, especialmente el eléctrico, y dar facilidad a los medios no motorizados en las ciudades. En las zonas industriales, la mejora de la calidad del aire pasa por adoptar mejores tecnologías industriales y por la reducción drástica de la generación eléctrica por centrales térmicas, en particular las que usan carbón.

En junio de 2014 Ecologistas en Acción compareció en la Asamblea de Madrid para transmitir a los parlamentarios un mensaje crítico respecto a la calidad del aire de la región. Denuncian que la Estrategia de Calidad del Aire de la Comunidad de Madrid 2013-2020 presenta importantes deficiencias. No establece ninguna regulación obligatoria ni planificación concreta para modificar el modelo de movilidad de la ciudad, que pasa por una reducción urgente del tráfico de vehículos privados. Las medidas son fundamentalmente una serie de recomendaciones e incentivos a acciones voluntarias, pero no se recogen medidas específicas, sujetas a plazos y con un presupuesto asignado.

Imagen 1Además, desde Ecologistas en Acción denuncian la falta de coordinación entre las Administraciones: "No se pueden seguir estrategias separadas por parte de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Es más, deberían coordinarse con la Administración central, que es la que tiene las competencias de la mayor parte de la red de autovías de la zona metropolitana, de donde provienen buena parte de las emisiones contaminantes".

Las medidas adoptadas son, por tanto, escasas y ridículas ante la magnitud del problema, y no se presta dinero y tiempo al fomento de las alternativas.

Parece que hincarle el diente a una de las principales causas del problema, el elevado tráfico rodado en las ciudades, es complicado. En una sociedad en la que el coche se ha vuelto un bien intocable, las apuestas por otros medios de transporte más ecológicos (bicicleta, vehículos eléctricos), o por restringir o encarecer la circulación, siguen lejos de la agenda real de los grandes ayuntamientos o se llevan a cabo de forma oportunista y poco eficiente.

"Hasta hace poco defendíamos la calidad del transporte público madrileño, pero en los últimos años su deterioro es palpable y ahora mismo es un desastre, debido al tarifazo, a la reducción de frecuencias y de líneas y la insuficiente calidad del servicio. De hecho, si la movilidad de las personas volviera a los niveles previos a la crisis, el transporte público sería incapaz de dar un servicio suficiente", reclama Bárcena. En este sentido, el comité de empresa de la EMT denuncia que desde 2010 hay 450 autobuses menos en las calles de Madrid, y el precio del transporte público de la capital ha subido un 21% desde 2011.

En otras ciudades europeas al menos son conscientes de este problema y se están haciendo cosas. Por ejemplo, en París, Londres o Berlín han restringido el tráfico en su centro urbano. En Hamburgo han presentado un plan con el que quieren conseguir que en el 2030 el 40% de la ciudad sea una zona libre de coches, donde solo se podrá transitar a pie, en bicicleta o en transporte público. En Copenhague se han propuesto ser la primera ciudad neutral en carbono en 2025, es decir, eliminar por completo las emisiones de CO2 para esa fecha.

A primera vista, parecen objetivos que entran en conflicto con las necesidades y expansión de una ciudad moderna y en crecimiento, ya que tradicionalmente se ha vinculado el crecimiento económico al aumento del consumo energético y de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero se ha demostrado que no tiene por qué ser necesariamente así. Para muestra, el botón danés. Desde 1980 Dinamarca ha experimentado un crecimiento económico del 80% y, al mismo tiempo, ha logrado mantener un consumo energético estable y reducir las emisiones de CO2. Mientras en Europa hay dirigentes políticos que acuden al Parlamento en bicicleta, en España, nuestros responsables políticos siguen aparcando su vehículo particular en el carril bus.

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