Extraños Delincuentes

Seis delitos en minuto y medio

Si el libro Guinness de los records hiciera un hueco en sus páginas para el delincuente capaz de cometer más infracciones en minuto y medio, sin lugar a dudas tendría como uno de los más serios aspirantes para ocuparlo a Wilmar Alberto U.L., un joven de 24 años detenido en la madrugada de este martes en Madrid como presunto autor de seis, nada menos que seis, en tan corto espacio de tiempo. A saber: conducir con exceso de velocidad, con una tasa de alcoholemia que triplicaba la máxima permitida, sin el cinturón de seguridad abrochado, sin estar en posesión del preceptivo carné de conducir y mientras hablaba con el móvil. Sí, es cierto, aquí sólo hay cinco, pero es que la sexta la cometió cuando la Policía lo detuvo por estas cinco: intentó sobornar a los agentes con 150 euros para "olvidarse del tema".

Los hechos ocurrieron a las 4:30 en la glorieta de Los Cármenes, en el distrito de La Latina de la capital. A esa hora, una patrulla del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) de la Policía observó un vehículo monovolumen Citróen C8 de color gris oscuro circular a gran velocidad y haciendo extraños zigzag. Ricardo y Carlos, los dos agentes, decidieron darle el alto al sospechar que su conductor podía haberse puesto nervioso al verlos y querer ocultar algo. Cuando llegaron a su altura entendieron qué pasaba realmente... al menos en parte: no llevaba el cinturón de seguridad y, además, iba hablando por el móvil. Junto al exceso de velocidad, ya había acumulado sus tres primeras infracciones. Los dos policías leespetaron el clásico: "Documentación, por favor". El joven les informó a duras penas que el coche no era suyo, sino de alquiler, y que además no tenía permiso de conducir. La cuarta irregularidad. Todo ello en un discurso en el que lo único brillante eran sus ojos enrojecidos, porque el habla pastosa y un fuerte olor al alcohol en el aliento no sólo hacía difícilmente inteligible sus palabras, sino que ya hicieron presagiar a los agentes que la quinta infracción estaba a punto de caer.

Ricardo y Carlos decidieron entonces pedirle que se bajara del coche para confirmar lo que era más que evidente. La borrachera no permitía a Wilmar mantenerse en pie. Ambos policías le informaron entonces que ante su evidente estado de embriaguez iban a solicitar a una patrulla de la Policía Municipal que acudiera al lugar para someterle a una prueba de alcoholemia. Alérgico a eso de soplar al aparatito, nada más oirlo el joven echó en ese momento mano de su cartera, sacó un puñado de billetes (400 euros en billetes de 50 exactamente) y les dijo a los agentes: "Yo quiero colaborar. Les doy 150 euros y nos olvidamos del tema". Los agentes le intentaron hacer ver que lo que estaba intentado, sobornarles, era un delito, pero él insistía con su "yo quiero colaborar" y "olvidémonos del tema", por lo que los agentes lo detuvieron.

De camino a la comisaría, Wilmar se durmió en el coche patrulla. Lo volvió a hacer mientras le tomaban declaración y las huellas dactilares para la reseña como autor de un delito contra la seguridad vial y otro de intento de cohecho a funcionarios públicos. "Es que me he tomado 15 aguardientes", les decía pastosamente para justificar su somnoliencia a los policías. La prueba de alcoholemia demostró que era cierto: dio 0,75 miligramos de alcohol en el aire expirado cuando el máximo legal es 0,25. Tras dormir la mona, pasó al juzgado... Lo del libro Guinness tendrá que esperar. Aún no han hecho un hueco en sus páginas para el delincuente más rápido a este lado de la alcoholemia.

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