Extraños Delincuentes

De profesión, 'blanqueador' de criminales

De profesión, 'blanqueador' de criminalesLos delincuentes, sobre todo cuando están 'fichados', siempre se encuentran con el problema que para su movilidad supone que si un policía les pide la documentación y ve su nombre real, tienen muchas posibilidades de ser detenidos. Por ello, una de las normas básicas de todo 'chorizo' con aspiraciones a permanecer fuera de prisión es la de procurarse una documentación falsa... que parezca verdadera. Algo no tan sencillo, ya que requiere la intervención de un 'manitas', un especialista en sacar un DNI creible con un trozo de cartón y tres rotuladores. Ese era presuntamente el trabajo de Stilica, un rumano de unos 40 años de edad al que la Policía detuvo en Madrid el pasado 13 de julio dentro de una operación contra la falsificación de documentos que traía de cabeza a la embajada de su país.

Stilica no era un 'manitas' cualquiera, sino uno de los mejores. Tanto que, supuestamente la mayoría de los delincuentes de su misma nacionalidad, asentados en España o en la propia Rumanía, acudían a él para conseguir documentos con los que 'blanquear' su identidad y poder seguir moviéndose a sus anchas por toda Europa. Según policías que han participado en las investigaciones que han permitido su detención, llegaba a tener una media de 5 ó 6 'encargos' diarios... y así durante los últimos siete años, que es el tiempo que se supone que llevaba instalado en España, en un piso del madrileño barrio de Carabnachel que le servía de 'oficina'.

Aunque es imposible saber cuántos documentos falsos han salido de sus sofisticados escáneres, impresoras de última generación, luces ultravioletas, sellos de caucho y paciencia (eso del plumín y la lupa hace tiempo que pasó a mejor vida en este 'negocio'), lo cierto es que la Policía sospecha que todos los grandes grupos de delincuentes rumanos que actúan en España han pasado por sus 'manitas'. Desde la gente de Ioan Clamparu, más conocido como 'Cabeza de cerdo' y uno de los mayores traficantes de mujeres que hay en el mundo, hasta Adrián Rascu, 'Elvis', un proxeneta que se refugió en España después de que la Policía francesa desmantelase la organización de explotación sexual que tenía en París. Daba lo mismo que los grupos estuvieran enfrentados o hubiera guerras entre ellos. En lo único que estaban todos de acuerdo era en dejar que Stilica les hicieran los papeles.

En agradecimiento a esa confianza, él les hacía descuentos. Como me señalaba uno de los policías que le detuvo, "para este tipo de delincuentes siempre es mejor estar a buenas con los criminales que intentar sacarles más dinero de la cuenta". Eso sí, para completar el sueldo, Stilica también hacía documentos a otros rumanos asentados en nuestro país (la colonia actual roza el millón de personas) que de buena fe creían que debían pasar por su 'oficina' para renovar su pasaporte en lugar de ir al consulado. Otros, sin embargo, aprovechaban su habilidad para hacerse con diplomas de estudios que nunca habían cursado, para dejar como la patena un expediente de antecedentes con más delitos que el Código Penal o, simplemente, para conseguir para sus envejecidos coches el certificado de haber pasado la ITV con sobresaliente. A todos ellos les cobraba entre 100 y 400 euros, una módica cantidad que, dado el volumen de trabajo que tenía, le permitía tener un nivel de vida muy elevado.

De hecho, que el negocio le fuera tan bien le obligó que 'subcontratar' a otros dos falsificadores también rumanos. A éstos, que habían montado su propio laboratorio en un chalé de la localidad toledana de El Casar de Escalona, les enviaba el trabajo que no le daba tiempo a realizar. Estos, como él, eran tan "extremadamente meticulosos", como los describe la policía, que la documentación que pasaba por sus manos era capaz de engañar a la mayoría de los policías que se limitaban a echar un vistazo al pasaporte que le ponían delante de los ojos. Los papeles podían, incluso, 'superar' los sistemas de luz ultravioleta que se utilizan en muchos controles fronterizos para detectar falsificaciones.

Sin embargo, tanto trabajo a destajo fue finalmente su perdición. La Embajada de Rumanía en Madrid comenzó a recibir en diciembre pasado numerosas alertas desde Bucarest de que muchos de los documentos que portaban ciudadanos de esta nacionalidad asentados en España, y que habían vuelto a su tierra por las fechas navideñas, parecían verdaderos pero eran más falsos que una moneda de tres euros. La representación diplomática avisó a la Policía española y los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) se pusieron a investigar. Resultado: doce personas detenidas el pasado 13 de julio, entre ellas, Stilica y sus dos colaboradores. También hay el empleado de una empresa de seguridad que en su momento trabajó en la protección del consulado y que, supuestamente, hacía 'favores' a los falsificadores.

El juez ya ha enviado a los tres falsificadores a prisión. Los criminales rumanos en España ya no tiene quién les 'blanqueé' su identidad.

 

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