Extraños Delincuentes

La curiosa historia de los tres ladrones de ollas y cacerolas

Dicen los sesudos economistas que para sobrevivir laboralmente en este mundo globalizado y en crisis hay que especializarse. O, mejor dicho, parafraseando a aquel super ratón televisivo, "hiperespecializarse". Y los delincuentes no podían ser menos. Es cierto que siempre ha habido ladrones que sólo atracan sucursales bancarias. Algunos, incluso, se decantan siempre por las de una misma entidad de crédito. Otros, han preferido exhibir filo albaceteño y asaltar a la gente por la calle al grito de 'la bolsa o la vida'. Y aún quedan los que consideran que dar un tirón de bolso y echar a correr va a ser considerado en breve especialidad olímpica y por ello se entrenan casi a diario.

Sin embargo, y si es cierto lo que dicen los seguidores de Keynes, a todos estos delincuentes les quedan los días contados si no afinan un poco más en su especialización delictiva. Eso sí, sin pasarse, que se puede llegar a caer en el absurdo. Es lo que les ha pasado a tres muchachos de la localidad malagueña de Ronda a los que agentes de la Comisaría de Policía de esta localidad detuvieron el pasado mes de diciembre acusados de ser los presuntos autores de una serie de robos con un denominador común muy particular: el botín. 'El Nene' y sus dos compinches, todos ellos familia y con antecedentes por otro tipo de hurtos, llevaban meses dedicados supuestamente a robar únicamente objetos de acero inoxidable. Y, más concretamente, ollas, cacerolas, cuberterías y otros utensilios de cocina de dicho metal.

Una fijación difícil de explicar porque pese a que los objetos que supuestamente sustrajeron están valorados en varios miles de euros -en una residencia de vacaciones infantil de este municipio andaluz se llevaron los enseres con los que se dan de comer a más de 2.000 niños- , las investigaciones policiales que permitieron su detención han determinado que al final no conseguían más que unos pocos cientos de euros de beneficios. Y es que tan culinario botín acababa siendo vendido al peso en una chatarrería de la provincia de Sevilla.

Lo cierto es que 'El Nene' y compañía eran tan chapuzas en la venta de las ollas y cucharones como en los propios robos que supuestamente cometían. Como no tenían coche, no podían ir por otras localidades dando sus peculiares 'palos' y siempre terminaban asaltando los mismos establecimientos. De los cinco robos de los que se les acusa, dos los cometieron en la residencia infantial, y los otros tres en una nave industrial de la localidad dedicado a comercializar este tipo de enseres de cocina. Además, esa ausencia de vehículo de motor les impedía llevarse a 'lugar seguro' el botín en la misma noche que cometían el robo, por lo que lo ocultaban en un campo próximo al lugar del delito bajo una lona. Luego pedían a amigos y conocidos que les prestaran un automóvil para rematar la faena. Y, por si fuera poco, en el lugar de los hechos, dejaron restos biológicos que permitieron a la Policía identificarlos.

Por supuesto, los tres negaron ser los autores de los robos cuando fueron detenidos. Aunque para buscar una coartada, lo cierto es que estuviron mucho menos imaginativos que a la hora de elegir 'hiperespecialidad' delictiva. Aseguraron que las ollas y cacerolas se las habían encontrado por el campo y que si en lugar de llevarlas a la oficina de objetos perdidos decidieron venderlas al peso fue para hacer un favor a la naturaleza e impedir que objetos tan poco biodegradables pudieran seguir contaminando el paisaje. El juez no les creyó y los ha imputado. La próxima vez, simplemente, que digan que 'se les fue la olla'.

Más Noticias