Óscar López Fonseca

Hay quien dice que mi humor es negro. No es extraño si se tiene en cuenta que de los más de veinte años que he dedicado al periodismo, la mayoría de ellos han sido para contar historias de policías, delincuentes, terroristas y víctimas. Mi primer gran suceso como reportero fue el hundimiento de los Almacenes Arias, en la calle Montera de Madrid. Un siniestro de 1987 en el que perdieron la vida 10 bomberos que cubrí como animoso becario que era del desaparecido diario Ya. Desde entonces, he pasado por la agencia OTR/Press, la revista Época y el diario digital El Confidencial, hasta que surgió Público y me vine aquí a ‘juntar letras’ con mis actuales compañeros. En todos estos años, la información de sucesos no me ha abandonado, aunque en más de una ocasión, lo juro, lo he intentado. Enganchado como estoy a lo que es para muchos, incluido yo, el periodismo en estado puro, me he resignado a seguir contando con la mayor honestidad posible el lado más oscuro del ser humano.