Otras miradas

Savia nueva para la paz

Manuela Rota

Politóloga y portavoz de YaLa-Young Leaders en Israel

Manuela Rota
Politóloga y portavoz de YaLa-Young Leaders en Israel

Jóvenes de Oriente Medio dicen "no más excusas" y toman las riendas. Inmersos como nos encontramos en el enésimo proceso de paz entre Israel y Palestina, las expectativas no son demasiado altas. Avances se están logrando, pero las posturas parecen demasiado distantes como para concluir en un acuerdo. Posturas institucionales.

En la calle la actitud es distinta, más que en la calle deberíamos decir tras las pantallas de los ordenadores de Udi, en Tel Aviv; de Alaa, en Ramala; de Raha, en Ammán; o de Fátima, en el Cairo. Entre bastidores la juventud está cambiando y tomándole la delantera a sus gobiernos, cansados de excusas, cansados de intereses que no incluyen a la sociedad, la juventud decide movilizarse a través del arma más poderosa con la que cuentan: internet.

En un territorio donde la interacción es prácticamente nula, separados por un muro de 8 metros de alto, una fuerte recomendación de no cruzarlo en caso de los israelíes y la necesidad de un permiso especial en caso de los palestinos, internet se convierte en un instrumento sin barreras ni fronteras, sin intrigas, exclusiones o cuestionamientos. En la red encuentran un espacio de libertad donde comunicarse sin restricciones ni check points.

Dicen no a la violencia, dicen no a los asentamientos y no a la discriminación. Hablan de dejar de lado el odio y piden igualdad y justicia para unos y otros. Son jóvenes que no ignoran los errores de ambas partes, que han experimentado en primera persona la discriminación, violencia, dolor, miedo, muerte e inseguridad; pero que son conscientes de que el resentimiento no conducirá al fin del conflicto. Piden perdón, reciben disculpas. Trabajando juntos, intercambiando sus vivencias, intereses y deseos. Comunicándose entre sí y dándose cuenta de que no son tan diferentes como se les inculcó, las posturas se acercan, las asperezas se liman, y la conciliación se avista.

La paz, el conflicto y cómo resolverlo son temas ineludibles de conversación, que se enredan y mezclan con el fútbol, el cine o la música. Son jóvenes preocupados por su realidad, optimistas de un futuro mejor, pero jóvenes al fin y al cabo, con ganas de aprender, divertirse y expresarse.

Detrás de las divergencias y hostilidades que en Occidente se nos transmiten, la realidad supera la ficción tras una pantalla de ordenador. Vidas enfrentadas que se encuentran en la red: Shira, desde Israel, de un lado; Rim, desde el Líbano, del otro. No se conocen en persona, nunca se han visto, pero en poco tiempo se han hecho indispensables la una para la otra. Shira está nerviosa por su examen de mañana, Rim la distrae contándole su última cena familiar. Situaciones reales, situaciones normales que no pueden materializarse físicamente por razones políticas: los ciudadanos israelíes no son bienvenidos en territorio libanés.

Cientos de kilómetros y una historia de enemistad las separa, pero Shira y Rim han sido capaces de echar abajo las barreras virtuales y encontrarse la una en la otra. Y como ellas cientos de miles de jóvenes más en la región, que dejan de lado sus prejuicios y abren la puerta al supuesto eterno enemigo para que deje de serlo.

Como en la teoría del huevo y la gallina, podríamos preguntarnos qué va primero, ¿el cambio en la sociedad o el cambio en las instituciones? Se podría decir, simplificando en suma medida, que nuestros gobiernos son un reflejo de nuestra sociedad; en los sistemas democráticos, la composición de sus gobiernos y las elecciones que éstos toman, idílicamente, deberían corresponder con los deseos de la sociedad a quien representan.

El cambio en la sociedad de Oriente Medio no será inmediato, pero día a día más personas abren los ojos y dejan de ver al vecino como su némesis, y lo empiezan a ver como un hermano. Personas que entienden que el futuro de su región pasa por sus manos y se movilizan para lograrlo, aunque sólo sea a través del infinito océano virtual, en una interminable conversación con esa otra persona que, a cientos, o decenas, de kilómetros de distancia, sueña con lo mismo. Herramientas virtuales que han llevado a que prejuicios abstractos se conviertan en personas reales, con identidades y personalidades propias que destruyen esa imagen impostada que se les había proyectado.

Este cambio llegará a sus gobiernos, tarde o temprano. Mientras tanto, la sociedad aúna voces, esperando tener la suficiente fuerza para hacerse oír entre las posturas gubernamentales, las convicciones religiosas y la historia. Pensando en grande, ¿por qué no creer en una Comunidad Económica de Oriente Medio? Siguiendo el modelo de Europa en 1957, yo ya avisto un Benelux emulado por Jordania, Palestina e Israel, sirviendo como punto de partida para la unión de la región.

No obstante, la paz y estabilidad es el primer paso. Las cartas están sobre la mesa entre Israel y Palestina, John Kerry supervisa que haya juego limpio. Esperemos que empaten.

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