Otras miradas

Melodías castrenses

Máximo Pradera

Alfredo Kraus dijo en cierta ocasión que las sopranos tienden a sacrificar la inteligibilidad de un aria con tal de lograr un sonido bonito.

–Yo, si embargo –subrayaba el legendario tenor– me preocupo, además, de que lo que canto se entienda.

Al objeto de preservar la pureza de determinados agudos, la mayoría de los cantantes modifican la apertura de ciertas vocales para que el sonido entre mejor al atacarlo, de tal manera que el famoso Un bel dí vedremo de Madama Butterfly, puede quedar convertido, en la garganta de una soprano desaprensiva, en un paródico In bil dí vidrimi. Pues bien, a Marta Sánchez, ahijada artística de Alfredo Kraus e hija de un bajo operístico, le pasa exactamente lo contrario. Con tal de que lo que canta se entienda, es capaz de gritarnos el texto de una canción, remedando un poco la manera en que hablamos a los turistas cuando nos piden una orientación por la calle. Entre el escandido silábico con el que despiezamos cada palabra y el volumen con el que nos dirigimos a ellos,  estamos trasladándoles la idea de que, además de guiris, son gilipollas.

La cantante Marta Sánchez, canta  su versión del himno de España durante la presentación de la plataforma ESPAÑA Ciudadana, de Ciudadanos. EFE/J.J.Guillen
La cantante Marta Sánchez, canta su versión del himno de España durante la presentación de la plataforma ESPAÑA Ciudadana, de Ciudadanos. EFE/J.J.Guillen

A Marta Sánchez se la ha criticado mucho en los últimos meses; primero por atreverse a escribir una letra (¿otra más?) para el himno español y después por poner su arte castrense (el que desplegó hace años en la Fragata Numancia) al servicio de Ciudadanos, el partido emergente que a partir del año que viene, puede llenar su agenda artística de bolos veraniegos. Que la letra es infantil, forzada en su métrica y sus rimas y está plagada de lugares comunes ya lo ha puesto de relieve más de un periodista. Y que poner su emotividad de garrafa al servicio de la formación política de moda es, como mínimo, un gesto oportunista y chirriante,  lo han señalado hasta sus propios colegas de profesión, con Sergio Dalma a la cabeza. Sin embargo, con el cuento de que se trata de una de nuestras cantantes más internacionales, nadie se había atrevido a comentar sus graves carencias como intérprete.

Para entender por qué la interpretación de Marta Sánchez resulta especialmente inadecuada en el caso del himno español, conviene primero recordar que este no es una melodía al uso, sino una marcha militar, que nace en el siglo XVIII para ser ejecutada con pífanos y cornetas. Su base es el arpegio de un acorde mayor, igual que el toque de diana (quinto levanta, tira de la manta) o el de llamada (ya viene el pájaro), porque esas notas son las más fáciles de tocar en una corneta. No quiere decir que los arpegios militares no puedan emplearse en música. Mozart, por ejemplo, los usa en «Las Bodas de Fígaro», cuando el famoso barbero le toma el pelo a Cherubino porque el Conde lo envía a la mili y ya no va a poder seguir, en plan picaflor, tonteando con unas y con otras.

Delle belle turbando il riposo, narcisetto, adoncino d´amor está cantado sobre el típico arpegio de corneta, pero Mozart lo hace con fines paródicos. Esas notas enfatizan el hecho de Fígaro está haciendo rabiar a Cherubino.

La melodía de nuestro himno patrio, al estar construida como un toque de corneta, es una parodia en sí misma, ya que solo representa a un sector muy pequeño de la población, que es el estamneto militar: unos ciento cincuenta mil individuos, frente a los 47 millones de españoles que somos en total.

Si además de que estás cantando una marcha militar, es decir, un toque de corneta, empiezas, como hace Marta Sánchez a
1) enfatizar la dicción, escupiendo las Tes, como cuando Marta Sánchez dice ttttttttu hija
2) convertir las bilabiales en efes, como en lleffffffaré ese honor
3)  hacer glissandi como de abuela del barrio de Salamanca en misa cantando el noooooo podeeeeeemos caaaaaaminaaaar, cuando Marta arrastra las notas en cooooooomo tu hiiiiiiiiiijaaaa
4) hacer ornamentaciones (melismas) y apoyaturas absolutamente previsibles, que sabes desde dos compases antes en qué nota van a caer y cómo van a ser

Si haces todo eso, me temo, el resultado es dantesco.

Marta ha amenazado con seguir cantando su versión del himno español donde, cuando y para quien le parezca, de modo que ¿qué se me ocurre?

De perdidos al río y el próximo año, ¡a Eurovisión!  A ver si conseguimos, gracias a ella, batir nuestra propia marca de ridículo músico–vocal.

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