Otras miradas

La subversión feminista de la política

Jaume Durall

Secretario de Organización de Podem Catalunya

Mar García Puig

Diputada de Podem en el Congreso

"Concededle el voto a las mujeres y tendréis que construir manicomios en cada condado. Las mujeres son demasiado nerviosas e histéricas para entrar en política". Esto decía un legislador de Massachusetts, que como siempre ha hecho el patriarcado ponía el problema y la enfermedad en la mujer y no en la sociedad. Del feminismo hemos aprendido a subvertir todos los órdenes, y eso precisamente es lo que debemos hacer con esta cita: es la política la que está loca e impide que las mujeres entremos en ella sin pagar un precio demasiado caro.

La marcha de la política institucional de Xavier Domènech ha abierto el debate sobre cuáles son los límites a la participación de la gente común en la política profesional. Tal y como manifestó Ada Colau tras conocer su renuncia, es necesaria la autocrítica en los espacios políticos del cambio, pero también lo es la subversión del orden establecido para conseguir "que la política esté al servicio de la vida, no la vida al servicio de la política".

Mucho se ha debatido recientemente sobre la feminización de la política. Para evitar sesgos esencialistas preferimos hablar del devenir feminista de las instituciones y la despatriarcalización de los espacios políticos. Esta apuesta por una terminología más compleja, lo es también por una aproximación más compleja al problema.

Pensamos que la despatriarcalización de la política tiene que ver con la representación política de las mujeres y las comunidades que habitualmente han estado poco o nada representadas. Pero no es ni mucho menos suficiente: las formas de relacionarnos en las organizaciones y en el sistema político permanecen todavía inalterables en su lógica patriarcal, jerárquica y competitiva, de liderazgos fuertes y personalistas. La despatriarcalización de la política pasa por conseguir una democracia paritaria en la que la interdependencia, la cooperación y la diversidad sean los valores principales.

Y constatamos que, tras la histórica manifestación del pasado 8 de marzo, estamos viviendo un momento propicio para esa despatriarcalización o subversión de los valores patriarcales que asolan la actividad política, revalorizando, por contra, los cuidados, la conciliación de la vida familiar y laboral, en una gradual concienciación social en cuanto a históricas demandas feministas se refiere, como la lucha contra la violencia machista, la desigualdad salarial, el acoso sexual o los derechos de las personas LGTBI, consiguiendo que esos asuntos estén por fin en el centro de la agenda política.

Por esto, consideramos que la necesidad de promover políticas feministas es hoy más necesaria que nunca en una organización como la nuestra. La continuidad del proyecto político que encabezó Xavier Domènech y que retoma la candidatura que defendemos a la Secretaría General tiene como objetivo que Podem Catalunya siga consolidándose y fortaleciéndose desde el feminismo y la transformación social que éste propone, de manera coordinada con las políticas feministas y LGTBI que estamos desplegando en las instituciones: desde el Ayuntamiento de Barcelona, pasando por el Parlament de Catalunya hasta el Congreso de los Diputados. Para ello, asumimos tres ejes fundamentales irrenunciables para despatriarcalizar la política.

Por supuesto, el primero de estos ejes es el feminismo, no como ámbito sectorial, sino como una serie de políticas y prácticas transversales a toda la actividad política.

En segundo lugar, se encuentra la democratización: el patriarcado se ha basado en la exclusión de mujeres y determinadas comunidades de la representación política, pero también en la poca participación de la ciudadanía de las decisiones que directamente la atañen. El proyecto a Secretaría General que nos ocupa apuesta claramente por una participación de las bases y las personas inscritas a Podem en el día a día no solo de la organización política, sino también en el trabajo de sus representantes institucionales. A su vez, aspira a construirse desde la coralidad, asumiendo con toda responsabilidad un cargo tan visible como la Secretaría General, pero apostando también por la construcción de portavocías plurales con protagonismos compartidos.

Por último, el patriarcado se fomenta también en un fuerte centralismo que subalterniza políticamente a la periferia, aumenta los recortes de derechos y libertades o normaliza la precariedad social y económica. Poner en el centro a las personas tal como reivindica el feminismo implica descentralizar, implica asumir la pluralidad de la sociedad, y eso tiene consecuencias en las políticas territoriales: solo desde la plurinacionalidad, desde una visión de futuro de soberanías compartidas en un Estado que asuma su diversidad, podremos hablar de democracia plena. Y esta descentralización y asunción de la plurinacionalidad tiene consecuencias también en nuestra propia organización.

Debemos construir un Podem fuerte, que reclame su espacio dentro de un Podemos descentralizado donde cobren protagonismo los territorios. A la vez, apostamos también por la continuidad de nuestro trabajo en las confluencias catalanas construidas con fuerzas hermanas; con ellas no solo hemos conseguido éxitos electorales como la victoria de En Comú Podem en dos ocasiones en las elecciones al Congreso de los Diputados, sino que hemos mostrado también cómo desde el cambio se puede gobernar con total solvencia una ciudad como Barcelona.

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