Otras miradas

El lazo rosa de la desinformación

Anita Botwin

El pasado día 18 se conmemoró el Día Internacional de Cáncer de Mama. Lazos rosas colgaron y reivindicaron la necesidad de una mayor investigación en una enfermedad que causa la muerte de 5.000 mujeres en nuestro país.

Según investigaciones y estudios las mamografías no parecer reducir la mortalidad por cáncer de pecho más de lo que lo hacen las exploraciones físicas o el cuidado, y tampoco son una ventaja a la hora de detectar un cáncer de mama, que es tan pequeño, que casi no se puede sentir al tacto. En esta línea, algunos especialistas hacen hincapié en la autoexploración y consideran que debería fomentarse más este recurso.

Parece que existe un consenso entre todas las fuerzas políticas a la hora de eliminar la obligatoriedad de las mamografías, algo que no se hace al parecer porque sería dar pasos hacia atrás. Se ha estado haciendo pedagogía durante muchos años para explicar a las mujeres la necesidad de pasar por tales pruebas diagnósticas, ¿cómo les decimos ahora que estábamos equivocados? Por ejemplo, se habla mucho de mamografías, pero no tanto de pruebas de estrógenos, que podrían hacer prevenir mucho más y mejor estos casos además de ser más económico, según cuenta Carme Valls.

Todo parece indicar que los cribados con mamografía y ecografía no se hacen antes de la edad recomendada porque no aportan mayor detección y sí riesgos, como por ejemplo el de radiación. Al parecer y por extraño que parezca, en este caso no se trata de recortes en sanidad el hecho de que no se manden tantas pruebas diagnósticas si no se trata de una paciente en un grupo de riesgo o se encuentre un bulto en la exploración. Parece que existe un consenso en la comunidad médica en cuanto a los contras a la hora de realizar estas pruebas. Llegados a este punto, me parecería importante que se comentaran estos criterios a la población, que se dedicara más tiempo y recursos a las prevención, a la información a la educación. En este caso podíamos estar hablando de enseñarnos la autoexploración de los pechos en las consultas ginecológicas. De esta manera, no serían necesarias las mamografías y nosotras entenderíamos mejor nuestros cuerpos y sus riesgos.

En la línea de la necesidad o no de realizar estas pruebas diagnósticas debido a los riesgos que conllevan con su radiactividad, la sociedad española de radiología elaboró una lista con recomendaciones de "no hacer". La mamografia en menores de 40 años sin factores de riesgo es una de ellas.

Ana Porroche Escudero médica, antropóloga y feminista de la universidad de Lancaster pedía en :Menos "lacitos rosas" que distraen más exigencia de información de calidad a las mujeres sobre el cribado del cáncer de mama. Además añadía que "a pesar de que se han invertido millones de euros en los programas de cribado, y a pesar de las controversias científicas que debaten sobre su efectividad para reducir la mortalidad y sus graves consecuencias para la salud, rara vez se informa a la población sobre estas controversias".

Un estudio realizado por Estudio Nacional de Mamografías de Canadá encontró que muchos de los cánceres no necesitaban ser tratados, pero lo fueron. Exactamente, una de cada 424 mujeres que se sometieron a una mamografía para este estudio fue víctima de un sobrediagnóstico, según las conclusiones de los científicos. Al parecer "Muchos de los tumores malignos detectados en las mamografías crecen despacio, o nada, y no requieren tratamiento".

Las mamografías no funcionan y no contribuyen, o lo hacen de una forma limitada, a los descensos en la mortalidad por cáncer de mama que se observa en la mayoría de los países ricos dice también un estudio del British Medical Journal.

El cáncer de mama también tiene relación ambiental, tal y como cuenta Carmen Valls, y desde que en la sociedad industrial se introducen los insecticida como el DDT aumentado los casos. Por desgracia muchas sustancias químicas forman parte de nuestra vida diaria y eso nos lleva a pensar en las causas del cáncer de mama. Hay tipos de tumores podrían prevenirse con intervenciones destinadas a promover avances legales y macropolíticas saludables en las condiciones de vida y laborales. Podíamos entonces usar una prevención que tenga más que ver con las formas de vida, más que con pruebas diagnósticas que no parecen ser del todo aceptadas por la comunidad médica.

Es importante saber que a día de hoy no se hacen mamografías en Suiza como cribado, aunque siguen haciendo seguimiento sobre los bultos de las personas que tienen riesgos importantes y eso nos debería hacer reflexionar sobre qué modelo queremos. En muchos de estos casos en los que existe un riesgo genético se realiza una resonancia magnética, en lugar de una mamografía, ya que no irradia. Puede ser que este sea un ejemplo de sanidad individualizada en la que se apuesta por cada caso concreto dando buenos resultados.

Cuestionar o no la validez de las mamografías no es estar a favor del cáncer. Nos han asegurado que hacer una mamografía nos va a servir para prevenir un cáncer, pero poner una crema con parabenos precisamente está causando un cáncer. Falta aún mucha investigación y mucho medio ambiente sano.

En este sentido, las instituciones deberán tomar decisiones con las nuevas informaciones que contamos a día de hoy. Por tanto, revisen sus programas de mamografías anuales y planteemos al menos poner en duda la eficacia de este método.

Todas estas reflexiones nos llevan a la incertidumbre, pero también a la humildad y la honestidad y al espíritu crítico que nos lleve a avanzar hacia nuevos métodos y fórmulas.

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