Otras miradas

El proxeneta

Mabel Lozano

Cineasta

Querida compañera, dices que eres feminista y ello nos une en el mismo frente y en las mismas luchas diarias.

No me gusta el feminismo que va dando carnets ni el que hace "limpieza de sangre". Yo entiendo el feminismo como único, grande, hermoso... Aquel que nos une a todas en el trabajo diario para devolver a las mujeres algo con lo que deberíamos nacer, derechos; un feminismo que transforme las condiciones del mundo tan adversas para millones de mujeres, así pues, te considero una compañera, una amiga, una aliada.

Estos días, tras el estreno de mi nueva película documental "El Proxeneta. Paso corto, mala leche" sobre los amos de la prostitución y la trata, sobre lo que esconde la trastienda de este negocio millonario cuya materia prima es una mujer, te he visto muy activa en las redes sociales contando tu enfado conmigo, con un poco de pataleta incluso, por haber dado voz en mi película por primera vez al victimario, al verdugo; por poner el foco de mi cámara en los proxenetas, en los tratantes de personas, precisamente para incluirlos en el debate de la prostitución. Para denunciarles y ponerles cara, a ellos, a los invisibles, a los que llevan años trabajando desde la impunidad y privilegio que les ofrece el anonimato,  para así lucrarse de la venta de los cuerpos de miles de mujeres y niñas. Para perderles el miedo a los criminales, señalarles a ellos, y a sus cómplices.

A través de tus declaraciones y reproches me haces llegar el mensaje de que para hablar de la prostitución -digo prostitución porque en nuestro país en muchos casos, como sabes, esta se nutre de la trata, de la pobreza, la desigualdad, la violencia y desde luego de las sin papeles- no era necesario poner voz a un proxeneta, pienso entonces que hubiera sido mejor entrevistar a un panadero, por ejemplo, que al expropietario de muchos de los macroburdeles más importantes de nuestro país, ideólogo de la trata y socio fundador de ANELA, la patronal del proxenetismo... ¡Qué va a saber este hombre de este tema... nada! Mucho mejor hablar de cómo hacer una baguette o de la masa de las magdalenas.

¿A qué tienes miedo compañera?, ¿por qué te indigna que este hombre cuente con pelos y señales la trastienda de la prostitución? Que conozcamos de primera mano lo que hay tras las luces de neón y la sonrisa pintada de carmín de muchas mujeres. Que nos cuente lo que los clientes nunca ven, o no quieren ver, lo que no ve nadie cuando va de visita a un burdel o piso, porque ellos no dejan que nadie lo vea. Que nos hable de explotación sexual, coacciones, violencia, jornadas interminables de trabajo, sumisión, de cómo hombres borrachos, viejos, hombres que no se han duchado en meses o de jóvenes que les exigen que les hagan lo mismo que han visto en las películas porno, de cómo las usan, las abusan y las desechan.

Que cuenten cómo, en muchos casos después de haber sido explotadas salvajemente por ellos, son explotadas por sus propias familias a las cuales no les importa su sufrimiento, que se acostumbran a verlas pintarse los labios a las 5 de la tarde cuando se marchan y que, cuando la vida comienza para el resto, ellas duermen. Que cuando se levantan, en muchos casos con olor a alcohol, cansadas,  tristes y frustradas porque, a pesar de haber estado 15 horas trabajando, no han traído dinero a casa y les van a cortar la luz o echarles del piso...

Tú que, por el contrario, eres de las pocas afortunadas que han elegido libre y voluntariamente ejercer la prostitución, ganas dinero, eliges a tus  clientes, no tienes chulo, macarra o proxeneta que se lucre de la venta de tu cuerpo, y eres tu misma quien gestiona tu trabajo, que además aseguras  que te gusta y te hace feliz; pues bien, si eres de estas pocas privilegiadas, es evidente que no hablamos de ti, y estoy totalmente de acuerdo en que debes tener derechos civiles como todo hijo de vecino; entiendo que quieras regularizar tu situación y te animo a que lo hagas. De hecho, ya puedes. En España la prostitución, como sabes, es alegal, y nada te impide darte de alta como trabajadora por cuenta propia para que tengas los mismos derechos y obligaciones que cualquier trabajador. Me parece justo e incluso necesario en tu caso, pero lamento decirte, compañera, y no te engañes, que esto no te quitará el estigma de prostituta, porque para eso hace falta algo más que la cartilla de la Seguridad Social. Hace falta educación. "La educación no cambia el mundo, pero cambia a las personas que pueden cambiar el mundo", decía Freire.

Te necesitamos -a ti precisamente porque estás en una situación de privilegio- para trabajar por todas esas otras mujeres y niñas esclavas sexuales. Por todas las que no tienen tu suerte y están obligadas a prestar un servicio por cuenta de un tercero al que enriquecen, por todas las que están en cautiverio detrás de las luces de neón, en pisos y rotondas... por aquellas que han llegado dando su consentimiento a la prostitución como única salida a situaciones de violencia y necesidad... En definitiva, aunque lo niegues, por muchas, demasiadas mujeres.

Tú, que pides libertad para aquellas que quieren ejercer la prostitución, algo que, como sabes, no impide el abolicionismo, también deberías trabajar a favor de  políticas sociales para aquellas que quieran salir.

Tú, que pides derechos civiles para ti, deberías también pedir derechos humanos para todas las desnudadas de ellos que están, y eres consciente, en la prostitución también, no en tu piso discreto y tranquilo, sino en puticlubs donde duermen hacinadas en los mismos lugares donde durante el día se ocupan, o compartiendo piso con sus amos, en los polígonos y rotondas, haga frío, calor o llueva.

Más Noticias