Otras miradas

Neofascismo viral

María Navarro

Periodista en 'La Cafetera' de @radiocable

Uno de los grandes retos de nuestro tiempo será combatir al ‘neofascismo viral’, entendido como la viralización del mismo a través de redes sociales. Se podría decir que ya estamos inmersos en un capítulo de Black Mirror, pero aún estamos a tiempo de no caer en El Cuento de la Criada.

Para evitarlo, antes tendremos que conocer al denominador común de toda esta historia: Steve Bannon. El exjefe de campaña de Trump y accionista de la polémica Cambridge Analytica ya ha mostrado su apoyo incondicional a la que denomina "la revolución populista", la del "populismo de derechas" y que considera "es el futuro".

Ya lo avisaba Boaventura de Sousa: "Hay una estrategia mundial que pasa por el regreso de una política de ultraderecha (...) que supone el vaciamiento de la democracia". Y alertaba de que "Brasil fue el laboratorio de cómo la extrema derecha mundial puede destruir la democracia a través de las redes sociales". ¿Cómo? A través de "una manera técnica muy sofisticada que se aplicó ya con el Brexit y para que Trump ganara las elecciones".

El exjefe de campaña de Donald Trump. Steve Bannon, con la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen. REUTERS/Pascal Rossignol
El exjefe de campaña de Donald Trump. Steve Bannon, con la líder ultraderechista francesa Marine Le Pen. REUTERS/Pascal Rossignol

Steve Bannon, márketing al servicio de la ultraderecha mundial

Los tentáculos de Steve Bannon han alcanzado incluso a VOX. En abril de 2018 conocíamos la noticia de que el partido ultraderechista español contaría con el apoyo y asesoramiento de Steve Bannon para elaborar su estrategia electoral. Entre sus objetivos: "Combatir la propaganda separatista fuera de España".

En España no parece por tanto que vayamos a estar ajenos al fenómeno Bannon. Lo que debería ponernos en alerta, porque Steve Bannon ya ha extendido su influencia por distintas partes del mundo. Bannon ha mantenido reuniones con Víktor Orbán en Hungría, Mateo Salvini en Italia, el Frente Nacional de Le Pen en Francia, y con Eduardo Bolsonaro,  hijo de Jair Bolsonaro, en Nueva York.

Los planes de este asesor son claros: "El populismo de derechas es el futuro". Según Bannon "el mundo se verá obligado a elegir entre dos formas de populismo: el de derechas o el de izquierdas". Y "el centro está desapareciendo".

Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Sami Naïr explica el origen del neofascismo europeo’ en cómo "diez años después del inicio de esta deflagración económica (la crisis de 2008) (...) el terreno social es más favorable que nunca al desarrollo de movimientos nacionales de ultraderecha". Y "el crisol de expansión de un nuevo fascismo europeo resulta obvio"-asegura.

La serie Black Mirror puede explicar bastante bien la situación en la que nos encontramos. Esta serie muestra cómo nuestro mundo puede involucionar al mismo ritmo que evoluciona su tecnología. Siempre con el riesgo de que, mientras involucionemos, estemos ensimismados en nuestra negra pantalla. Esa que nos ciega al mundo que nos rodea, en la que solo nos vemos reflejados a nosotros mismos y no vemos nada más.

Pero este no es un artículo contra las nuevas tecnologías. Muestra de ello es que seguramente serán las mismas redes sociales las que puedan rebatir las informaciones falsas y la posterior viralización de mensajes neofascistas.

Las redes sociales efectivamente no son el problema, el problema y la responsabilidad la tenemos sus usuarios. Las redes sociales son capaces de expandir al mismo ritmo tanto la solidaridad como el odio. El problema lo tenemos nosotros, que preferimos leer y difundir lo segundo.

Discurso neofascista

A diferencia de las redes sociales, el discurso neofascista que se sirve de ellas para propagarse en nuestra sociedad no son tan innovadores. Un ejemplo, en Black Mirror el episodio The Waldo Moment muestra la situación paradójica de involución democrática en un contexto de constante evolución tecnológica. Waldo es un muñeco digital, monitorizado por un equipo de personas, que termina convirtiéndose en un candidato electoral más.

Waldo se atribuye en exclusiva la verdad, el discurso único, para desacreditar al resto de candidatos y ensalzar así la antipolítica, el ‘todos son iguales (menos yo)’. Un rasgo bastante característico en el discurso de líderes como Trump y Bolsonaro, quienes han llegado al poder deslegitimando la representación política y la propia democracia para instalar su relato único.

Existe por tanto un peligro real. Steve Bannon fue exjefe de campaña de Trump y cree firmemente en una "revolución" ultraderechista, tanto que mantiene reuniones y muestra abiertamente su apoyo y colaboración en las campañas de diferentes líderes de ultraderecha en el mundo. Si la estrategia Bannon sigue su camino corremos el riesgo de que la ultraderecha llegue a un ritmo todavía más acelerado a nuestras democracias.

¿Soluciones?

¿Qué soluciones hay sobre la mesa? Es una pregunta difícil de responder, pero la primera debe ser despertar y conocer a lo que nos enfrentamos. La segunda quizá venga por propuestas como la de Sami Naïr, quien propone una "respuesta coordenada y política" y por "elaborar materialmente propuestas sociales y políticas para reinsertar a las capas excluidas o precarizadas: empleos, seguridad profesional, esperanza colectiva".

Mientras, desde los medios deberemos combatir lo que Chimmamanda Ngozi define como la historia única. El discurso único del que se vale la ultraderecha para hacer "de una sola historia, la única historia".

En el ámbito político, y a pesar del oscuro escenario que presenta, Boaventura de Sousa Santos aún ve esperanza: "Quiero que la izquierda se una antes de que sea demasiado tarde". No confía del mismo modo en la derecha moderada, la que dice "acabó por entregarse al golpe institucional que acabó por abrir las puertas al neofascismo". Y no supo "crear un campo intermedio para la polarización que existió".

Salvando las distancias con el caso de Brasil, en España tanto Partido Popular como Ciudadanos se ven ahora en esa tesitura: abrazar el discurso neofascista de Vox, así como su autodestrucción como partidos; o sobrevivir desterrándolo de sus espacios. Sin embargo, parecen haber optado por lo primero. Basta remitirse al acto organizado por España Ciudadana, la plataforma vinculada a Ciudadanos, en Alsasua. Allí acudieron miembros de VOX y al líder del partido naranja no pareció incomodarle mientras reivindicaba la democracia frente a los "antidemócratas" y alertaba del avance "del nacional-populismo en Europa".

Aunque las soluciones parezcan difíciles de enfocar, lo más importante ahora es conocer el diagnóstico y tener el objetivo claro: Combatir al neofascismo no es una opción, es una obligación en democracia. Si coincidimos en esto, las soluciones y actuaciones acabarán por llegar.

"Es la hora de la valentía, que no es la ausencia de miedo sino la decisión de actuar a pesar de tenerlo"- Chimammanda.

Más Noticias