Otras miradas

Vigo, más allá de las luces de Navidad

Xaquín Pastoriza

Profesor de Historia. Candidato a la Secretaría General de Podemos Vigo por Vigo en Movemento

Vigo, la capital económica de Galiza, es una ciudad muy compleja, con muchas caras. Una de las más conocidas es la de su alcalde. Abel Caballero, que saltó a los medios de comunicación de todo el Estado con sus delirantes declaraciones sobre el despliegue de luces de Navidad que iban a iluminar Vigo de tal manera que Pedro Duque podría contemplarlas desde la Estación Espacial internacional. Unas luces, "superiores a las de Nueva York" o "Tokio", (con un coste de 4, 5 millones de euros para los próximos cuatro años) que ocultan la falta de inversiones en políticas sociales(18.000 familias pasan pobreza energética), la privatización de prácticamente todos los servicios públicos municipales y el abandono de zonas enormes de la ciudad en manos de la especulación urbana.

Pero Vigo tiene otra cara, la de las luchas de su gente, en las huelgas generales, en la defensa de la sanidad pública, del naval, la de la autoorganización de los vecinos y vecinas que apagaron la ola de incendios del año pasado con sus propias manos. Y de esa otra cara, muchas veces oculta por la política espectáculo de nuestro alcalde, surgió la iniciativa Encontro pola cultura, convocada por colectivos y plataformas que denuncian la política cultural del Ayuntamiento y moderada por el periodista Fernando Gonzáles ·Gonzo". La asamblea celebrada el viernes 16 desbordó las expectativas, con más de 100 participantes, estableciendo lazos para plantear alternativas culturales desde un modelo participativo, horizontal y conectado con la ciudad. Curiosamente, uno de los colectivos convocantes, tiene el nombre de Caín(contrapunto de Abel), acrónimo irónico de Colectivo de Adoradores da Iluminación de Nadal, con reminiscencias estéticas sesentayochistas y carteles que invocan Vigo como "el nuevo Lepe".

Este es uno de muchos ejemplos de la energía que tienen las iniciativas desde abajo en Vigo, del pulso de esta ciudad, obrera y combativa, capaz de plantar cara al modelo clientelar y caciquil de un alcalde cuya falta de vergüenza solo es igualada por su ego. Pero, por desgracia, la política de Abel Caballero no es ningún chiste, es la aplicación de recetas neoliberales de desposesión de las mayorías sociales: rescatando el auditorio Mar de Vigo a cuenta de subvenciones millonarias a empresas, entregando concesiones municipales como la zona azul a empresas que vulneran sistematicamante lso derechos de los trabajadores o permitiendo pelotazos urbanísticos como "O barrio do Cura", destrozando una huerta urbana y una posible zona verde en el centro. Esta es la realidad de una ciudad en la que prolifera la precariedad, se destruyen puestos d etrabajo industriales, se cierran comercios se desahucia y se abandona a la gente sin recursos. Pero para el alcalde, vivimos en una ciudad "hermosísima", mientras se envuelve en la bandera de un localismo barato que propone aparcamientos y zonas reservadas en auditorios sólo para vigueses.

Una del las características del abelismo como práctica política es el autoritarismo bonapartista por el que todas las políticas de Vigo tienen que pasar por su persona y por un círculo muy reducido de colaboradores. Esto redunda en el ahogamiento de inciativas ciudadanas, el control y la cooptación del asociacionismo vecinal y de los colectivos culturales. Pongo dos ejemplos significativos. Primero, el espacio donde surgió el 15-M vigués, la Farola de Urzáiz, está ocupado ahora por una gigantesca bola de Navidad. En ese mismo lugar se realizó el año pasado el encendido de las luces de Navidad, lo que obligó a retrasar más de media hora la salida de la manifestación contra las violencias machistas del 25-N. Reapropiación de espacios y desplazamiento físico de movimientos incómodos, este es el modelo de ciudad de Abel Caballero.

Pero el bonapartismo ha utilizado historicamente como herramienta para borrar las diferencias de clase, integrando a las clases subalternas mediante una política populista que invoca la unión de intereses detrás de la nación o el pueblo(aunque este caso es el localismo el aglutinante). Esto explica el éxito de Abel Caballero, la capacidad de arrastrar consigo buena parte del voto de las clases populares urbanas en una ciudad que se considera maltratada historicamennte por las administraciones foráneas, sin peso político al carecer del rango de capitalidad y por tanto enfrentada a A Coruña y Santiago(refentes de negación del abelismo).

El auténtico localismo vigués (mejor dicho, municipalismo) debe basarse en las tradiciones de lucha de esta ciudad, empaparse de la fuerza de sus colectivos sociales, de sus barrios y parroquias, plantear una alternativa seria con políticas que vayan a la raíz, que propongan otro modelo de ciudad para recuperar el orgullo de ser vigués y viguesa. Y Podemos Vigo, que brotó también de esa energía colectiva de la ciudad, pero se aisló y retrocedió en los últimos años, tiene que coger de nuevo impulso para jugar un papel importante en la reconquista de la ciudad para sus clases populares. Y para ese reto, la unión hace la fuerza, por lo que tiene que llegar la ola de cambio de las mareas muncipales que barrió  Galicia en 2015. Una fuerza que también desbodró las islas Cíes en las elecciones legislativas del 20-D, con la confluencia en la que participaba Podemos convirtiéndose en la primera fuerza. Vigo es una ciudad rebelde, de sudor y lucha. Tiene que recuperar su memoria para conquistar el futuro.

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