So pretexto ahora de conjurar el peligro ultraderechista, y aprovechándose de que los movimientos sociales no apuntan maneras rupturistas (más bien alguna que otra rabia), vamos hacia un proceso de aglomeración en el centro del tablero partidista.

Más que una batalla por la centralidad y la trasversalidad, estaríamos asistiendo a un sumatorio de fuerzas centristas, tal vez a un juego de tetris en el que el centro político se redefina en futuros pactos de investidura o de Gobierno (con el PSOE de bisagra entre Cs y el «errejonismo», sector de PODEMOS al que aún no sabemos bien cómo llamar, por lo que, si seguimos lo que Errejon ha dicho en entrevistas y artículos, quizás podríamos definirlo como «populismo democrático progresista» en trance de reconvertir la noción de patriotismo social en nacionalismo constituyente, o algo parecido -perdón por las perifrasis y los circunloquios, pero es que en cuestiones ideológicas los «ciudadanismos» son tan líquidos como la vida posmoderna misma).

Habrá a quien le guste esa idea de CENTRO AGLOMERADO (tranquilos, ya no habrá quien pueda evitarla con 71 escaños). Habrá a quien le parezca inevitable. Por mi parte les deseo una felicidad provisional, hasta que la calle despedace sus imposturas y engañifas (¿cuándo? No se sabe, pero llegará, cuando la política espectáculo no logre sacar más conejos de una chistera que, como con Macron, se convierte en un cóctel explosivo, porque en ella quieren mezclar ingredientes incompatibles, los de una nueva socialdemocracia, los de un nuevo social-liberalismo y hasta los de un nuevo liberalecologismo, con el feminismo institucional como envoltura).

Lo vengo diciendo desde hace años, desde que en el terreno de la representación política se inició el ciclo 15M-PODEMOS y se derrumbó el bipartidismo: todo está aún por terminar de reconfigurar en la izquierda (y ya hemos visto que también en la derecha). Ya hay 5 y tal vez hasta 6  fuerzas políticas con posibilidades. 2019 podría ser el fin de ciclo crítico. Veremos en 2020 en qué queda todo esto. Aunque otra posibilidad es que el aún inacabado proceso de reconfiguración se cronifique y dure y cambie y dure y dure...

De momento hay que admitir que, de este nuevo subciclo de la crisis política, el actual, el que comenzó con el conflicto catalán del año 2017 y se acentuó con las elecciones andaluzas, España está quedando más derechizada, con la izquierda más al fondo de sí misma, capitidisminuida. Salvo sorpresas todavía mayores.