Otras miradas

Cambiar los libros para cambiar la historia

María Vaíllo

Directora de Cátedras de Investigación, Universidad Nebrija

¿Por qué son pocas las niñas que se ven como ingenieras o matemáticas? Seguro que hay muchas razones, pero una de ellas está en los libros de texto. Si en el relato de las disciplinas que se presenta en la escuela apenas aparecen mujeres ingenieras, matemáticas, científicas... (lo cual no quiere decir que no las haya), se construyen imaginarios de esas esferas de conocimiento del que las mujeres no formamos parte. Cuando las niñas y los niños abren un libro de texto no ven solo textos que estudiar, actividades y deberes: también ven espejos.

El relato de lo que fueron y lo que son otros enseña lo que una puede llegar a ser. La investigación sobre mujeres y libros de texto en España lleva más de cuatro décadas poniendo de manifiesto los sesgos, omisiones y reducciones que aparecen en los materiales didácticos. Ya en 1977 el Frente de Liberación de la Mujer concluía la existencia de un "abrumador número de imágenes masculinas frente a las protagonizadas por mujeres, la omnipresencia de la familia nuclear y la asociación de los personajes femeninos con actividades y rasgos estereotipados". En 2014, 37 años después, escasamente el 7,5% de los personajes referentes que aparecen en los libros de texto son mujeres.

A lo largo de todos estos años se han llevado a cabo muchas y variadas iniciativas: desde campañas para la sensibilización de docentes a la hora de seleccionar libros de texto, hasta sistemas de indicadores para analizar el grado de sexismo de los materiales didácticos, pasando por cartas y recomendaciones dirigidas a las editoriales o la publicación de numerosísimo material didáctico, elaborado en gran medida por las administraciones educativas y los organismos de igualdad, que ha intentado visibilizar el papel de las mujeres en las disciplinas. ¿Cómo es posible entonces que el panorama prácticamente no haya cambiado, si hay recomendaciones, hay docentes sensibles, hay demanda social y hay materiales dedicados a rescatar del olvido a las mujeres?

Mis propias investigaciones en dieciocho editoriales muestran que un 70% de las personas que elaboran o revisan libros de texto no ha recibido formación en materia de género. El mismo porcentaje afirma que no existen pautas internas en la propia empresa para velar por estas cuestiones. Además, casi un 40% opina que el proceso de inclusión de la igualdad en los libros de texto ha mejorado y ya es suficiente, por lo que no cabe hacer más. Un panorama bastante desalentador, pero sería injusto culpar exclusivamente a las editoriales. Una frase que suele repetirse continuamente entre sus trabajadores es: "hacemos lo que dicta el currículo". Y no les falta razón.

Por eso, el papel de las administraciones educativas es clave. El currículo que elabora el Ministerio de Educación y que concretan las comunidades autónomas continúa siendo androcéntrico, lineal y sesgado. La ley de Igualdad de 2007 encargaba a las administraciones educativas la función de atender al principio de igualdad entre mujeres y hombres, y conminaba a la eliminación y el rechazo de los comportamientos y contenidos sexistas y estereotipos, especialmente en los libros de texto. Puesto que no se ha hecho, el que un libro sea más o menos sexista queda en una especie de tierra de nadie, a medio camino entre el criterio del docente y la sensibilidad de la editorial. ¿Podemos permitirnos este modelo?

Aunque cada país tiene sus propias soluciones, algunas más radicales que otras, la solución al problema del sexismo y el androcentrismo de los libros de texto es una tarea conjunta que no puede delegarse exclusivamente en manos de la voluntad y el buen hacer de las editoriales. Las administraciones educativas, con el Ministerio a la cabeza, deben de actuar, porque el que las mujeres, la mitad de la población, tengamos el lugar que nos merecemos en el relato del conocimiento y de la Historia no debería ser una mera recomendación. Cualesquiera que sean las medidas adoptadas, hay que tomarlas, implicando al conjunto de protagonistas: editoriales, administraciones educativas, organismos de igualdad, personas expertas en la materia, comunidad educativa... Abran un libro de texto de sus hijos e hijas y miren las mujeres que aparecen. No sé ustedes, pero yo no quiero que, dentro de otros 40 años, esos libros sigan contando la misma historia.

María Vaíllo hizo su tesis doctoral sobre ''Libros de texto e igualdad. Análisis y propuestas para las editoriales españolas desde la perspectiva de género'.

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