Otras miradas

La Huelga de cuidados: si nosotras paramos se para el mundo

Anita Botwin

"Queda bonito hablar de igualdad en el mercado laboral y no plantearse quién limpia el váter en casa" Amaia Pérez Orozco

Nos queda un día para volver a hacer historia. La huelga feminista del 8 de marzo será la segunda consecutiva y contará con miles de mujeres secundándola. La huelga no sólo será laboral, sino también de consumo y de cuidados.

La huelga de cuidados será fundamental y animo a hacerla encarecidamente porque es una forma de poner en jaque mate al sistema desde sus cimientos.

Debido al retroceso vivido por la crisis y la pobreza que ha adquirido rostro de mujer –aún más- muchas de nosotras hemos vuelto al hogar. Algunas se han quedado embarazadas y sin comerlo ni beberlo se han encontrado cuidando a hijos y a padres en situación de dependencia, sin apenas ayudas por parte del Estado. Muchas de estas mujeres tendrán complicado parar el 8 de marzo. No podrán contar con las herramientas ni el apoyo para dejar de cuidar a los suyos. Sin embargo, el paro de cuidados será fundamental para hacer ver a la sociedad que sin nosotras este sistema no se mantiene. El Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que, de promedio, las mujeres dedican casi el doble de horas que los hombres al trabajo relacionado con el hogar y la familia.

una pintada feminista en una calle de Valéncia. EFE
una pintada feminista en una calle de Valéncia. EFE

Por ello animo a los hombres que no saben muy bien cómo ayudar al movimiento feminista, que lo haciendo el trabajo que solemos hacer nosotras. Lo ideal es que los hombres no la secunden si es posible, a no ser que las mujeres estén realizando cuidados de 24 horas en el hogar compartido.

Los roles son claros. Desde pequeñas nosotras somos enfermeras, mamás o cocineras. Se nos enseña a cuidar. Lo vemos en todas partes a nuestro alrededor. Por ello, la profesión de enfermería tiene un marcado rol femenino y cada vez es más creciente la feminización de las carreras de Ciencias de la Salud, que se sitúa en el 76,3% de mujeres matriculadas. Por ello, romper los estereotipos y roles de género en las etapas educativas más tempranas es fundamental también para no condicionar las decisiones que las futuras universitarias tendrán que tomar.

Y es que el número de enfermeras se encuentra en torno al 85% y de todas ellas muy pocas ocupan puestos de dirección. Además, es un colectivo que sufre acoso continuo. El año anterior se comenzó a denunciar en redes el acoso sufrido bajo el Hashtag #Metoonurse y es que el porno ha usado siempre la imagen de la enfermera para cosificarla y hacer de ella un objeto erótico y sexualizado. Se trata de un colectivo que sufre a diario escenas violentas, situaciones ofensivas y machistas. "Ten cuidado cuando me laves con la esponja no se me vaya a poner dura" es tan sólo uno de los ejemplos de denuncia que se pueden leer en #Metoonurse.

La tarea del cuidado, que es la actividad principal de la Enfermería, siempre se ha asignado a las mujeres; primero a las mujeres en el ámbito doméstico por las tareas de reproducción y de cuidados y luego se han ido pasando por extensión a la sociedad. Se trata esta de una profesión con muchos riesgos laborales como los cambios de turno, la doble jornada, la mala organización del trabajo y la sobrecarga física y emocional. Son mujeres que nunca salen de la tarea de los cuidados y ello les pasa factura psicológicamente porque no tienen tiempo material para cuidar de sí mismas.

Estos cuidados de los que hablo son los remunerados, los "visibles", los que forman parte del colectivo sanitario. Pero existen otros, remunerados o no, que se encuentran invisibilizados por completo. Hay aún quien se cuestiona este punto. Sin los cuidados no existe la vida, así de simple y complicado al mismo tiempo. Este tipo de economía, muchas veces sumergida, es la que sostiene el sistema en el que vivimos. Los cuidados en el hogar no se suelen realizar a cambio de un salario y cuando ello sucede, ocurre de una manera muy precaria -en la mayoría de casos sin cotizar-. Los cuidados son los trabajos más invisibilizados por ser gratuitos, por ser de puertas para dentro y por tener rostro de mujer migrante en la mayoría de casos. Por ello, es donde las mujeres tenemos más problemas. No podemos olvidarnos de todas las que mujeres abandonan sus puestos de trabajo tras ser madres y tener que dedicarse a los cuidados. Ello, unido a la falta de conciliación que existe en nuestro país, no facilita en absoluto que podamos derribar la brecha salarial. Muchas de ellas tendrán grandes problemas para volver a incorporarse en el mercado laboral simplemente por ser madres, por ser mujeres.

El día en que los cuidados estén bien remunerados en esta sociedad capitalista, habremos dado un paso de gigantes y sí podremos estar muy cerca de rozar la igualdad real en el mercado laboral. Porque es precisamente de puertas para dentro donde se produce la mayor desigualdad. Para que todo ello pueda lograrse será necesaria una educación feminista que rompa roles y estereotipos para que los niños y niñas de nuestro presente puedan elegir libremente su vida del futuro.

Sin embargo, en otro tipo de perspectiva que es la que yo defiendo, se sitúan los cuidados como algo horizontal y colectivo, algo que debe ser asumido como una tarea más de la tribu, sea esta la familia, los amigos o ambos. Es así y creando nuevas maneras de construir relaciones más sanas, igualitarias y donde la vida sea puesta en el centro y no se mercantilice.

Si nosotras paramos, para el mundo.

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